Pilar
(Buenos Aires), 20 Abr 2013 (AICA): La Conferencia Episcopal
Argentina, que preside monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la
Vera Cruz, cerró hoy la 105ª Asamblea Plenaria con la difusión de mensajes al
pueblo de Dios y los sacerdotes por la beatificación de José Gabriel del Rosario
Brochero, o simplemente el Cura Brochero, prevista para el 14 de septiembre en
la localidad cordobesa que lleva su nombre.
El centenar de obispos
reunidos en la casa de ejercicios El Cenáculo-La Montonera, de Pilar señalan
como “una gracia”, “un regalo de la providencia” y un momento de “alegría” en el
marco del Año de la Fe la próxima beatificación del Cura Brochero, a quien -con
palabras del papa Francisco- describen como “un verdadero pastor con olor a
oveja”.
Asimismo, destacan su “gran espíritu de sacrificio y
extraordinaria caridad pastoral y social” desarrollada en Traslasierra, donde
“sirvió a la gente más pobre del campo, compartió su vida y promovió en ella la
elevación humana y religiosa, especialmente a través de los ejercicios
espirituales de San Ignacio de Loyola”.
Tras asegurar que el Cura
Brochero “no fue un cristiano triste”, sino que “sabía de la alegría que da
Jesús y la quería contagiar”, consideran que “esta beatificación es una nueva
llamada de Dios para responder a la vocación a la santidad que todos recibimos
en el bautismo”.
“Queridos hermanos, los tiempos nos urgen, para que
siguiendo el ejemplo de los santos, experimentemos la dulce y confortadora
alegría de evangelizar”, subrayaron.
En otro mensaje, alientan a los
sacerdotes a imitar la figura “evangélica y sacerdotal” del Cura Brochero y
sostienen en identificarlo como “un don de Dios que nos interpela”, “un maestro
de vida para los sacerdotes”, “un párroco santo entre su gente” que “amó a los
pobres con el corazón de Cristo”.
Por último, el Episcopado ruega al
beato Cura Brochero que interceda por obispos y sacerdotes para que los acompañe
en el “peregrinar en la fe”, dan gracias a Dios y piden dejarse evangelizar “por
este hermano mayor, uno de nuestra tierra, que honra a la Iglesia de Dios en
Argentina”.+
Textos completos de los documentos
Mensaje de los obispos al santo pueblo de Dios con ocasión
de la Beatificación del Cura Brochero
Queridos hermanos y
hermanas: Estamos viviendo tiempos muy especiales como Iglesia y como
argentinos. El próximo 14 de septiembre, y en el marco del Año de la fe,
viviremos la alegría de la beatificación del Padre Brochero. Además, tuvimos la
gracia de la beatificación de la Hna. María Crescencia Pérez, religiosa
argentina, y el gozo de que un hermano nuestro fuera elegido por Dios como
Obispo de Roma y Pastor Universal.
José Gabriel del Rosario Brochero, un
"Pastor según el corazón de Dios…quien fue… ungido para ungir al pueblo fiel, un
verdadero Pastor con olor a oveja1, al decir del Papa Francisco, nació en Santa
Rosa de Río Primero en 1840. Se formó en el Seminario de Córdoba y en 1869 fue
destinado como cura párroco a Traslasierra. Desde las Altas Cumbres, divisando
el valle, vio que estaba todo por hacer. Pastor dotado de gran espíritu de
sacrificio y extraordinaria caridad pastoral y social, sirvió a la gente más
pobre del campo, compartió su vida y promovió en ella la elevación humana y
religiosa, especialmente a través de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio
de Loyola2.
La devoción del cura Brochero a la Virgen María, con el
profundo y cálido título de “Mi Purísima”, nos abre a su amor hondo y concreto,
muy atento a las necesidades de cada persona. Como la Virgen en las Bodas de
Caná3, también Brochero supo decir a Jesús: “no tienen agua”, “no tienen
educación”, “no tienen caminos”, “no tienen medios acordes para encontrarse como
hermanos y comercializar sus productos...”. Y él hizo lo que Jesús dijo: ayudó a
todos sus contemporáneos a escuchar esa misma voz que abre las cataratas del
amor de Dios y que se vuelca en el amor concreto al hermano: abrió escuelas, fue
pionero en abrir un colegio para niñas, proyectó el ferrocarril, y entre todos
hicieron caminos, acequias, diques, telégrafos, y la misma Casa de Ejercicios.
Durante su breve período en la ciudad de Córdoba, nombrado capellán de la
cárcel, veló con amor de padre por las necesidades físicas y espirituales de sus
hermanos privados de libertad.
Él no fue un cristiano triste. Sabía de
la alegría que da Jesús y la quería contagiar. Por eso al visitar a la gente en
sus casas, les decía: “Aquí vengo a darles música”. La música de saberse amados
por Dios. Hoy la alegría del cielo que nos transmite la beatificación del Padre
Brochero, le permite multiplicar sus brazos, sus pies, su corazón, a través de
cada uno de nosotros, y nos invita a ser discípulos misioneros de Jesucristo:
“Si en mi corazón no llevo la caridad, ni a cristiano llego”, decía él.
Brochero nos anima, como bautizados, a salir a las fronteras, “de tal
manera que la unción llegue a todos, también a las «periferias», allí donde
nuestro pueblo fiel más lo espera y valora”4. A ir hacia los que no conocen el
amor de Dios porque no se les ha anunciado o porque la cruda realidad que les
toca vivir les habla de que Dios pareciera estar ausente de sus vidas. Nos
invita a compartir con ellos que Dios los ama.
Por eso, los obispos
argentinos expresamos nuestro gozo y gratitud por el don de la vida sacerdotal
del Padre Brochero, modelo e intercesor, que reconocemos como una gracia
singular para la Iglesia en nuestra Patria. En una carta a su condiscípulo y
amigo obispo Yaniz, estando enfermo y con sus fuerzas físicas desgastadas, le
decía: “Es un grandísimo favor el que me hecho Dios Nuestro Señor en desocuparme
por completo de la vida activa y dejarme la ocupación de buscar mi fin, y de
orar por los hombres pasados, por los presentes y por los que han de venir hasta
el fin del mundo”5. ¡Cómo no acudir a él con confianza! Esta beatificación
es una nueva llamada de Dios para responder a la vocación a la santidad que
todos recibimos en el bautismo. El beato Juan Pablo II, al comienzo del nuevo
milenio, expresó: ”Preguntar quieres recibir el bautismo es lo mismo que
preguntar si quieres ser santo”6. Y el Papa Benedicto XVI nos recordaba que “Los
santos no son representantes del pasado sino que constituyen el presente y el
futuro de la Iglesia y de la sociedad. Son como las caras de un prisma, sobre
las cuales con matices distintos, se refleja la única luz que es Cristo” 7.
Queridos hermanos, los tiempos nos urgen, para que siguiendo el ejemplo
de los santos, experimentemos la dulce y confortadora alegría de evangelizar8.
Los Obispos de La Argentina 105º Asamblea plenaria de la CEA
Pilar, 20 de abril de 2013. _____________
1 Papa Francisco: Misa
Crismal, 28 de marzo de 2013. 2 Decreto de Venerable. Abril de 2005. 3
Cf. San Juan, 2,1-12. 4 Papa Francisco, Misa Crismal… 5 El Cura
Brochero, carta y sermones, CEA, Buenos Aires 1999, pp. 801-802. 6 Novo
Millennio Ineunte, 31. 7 Benedicto XVI, Discurso, 22 de diciembre de 2009.
8 Evangelii Nuntiandi, 80.
Mensaje de los obispos a los
presbíteros argentinos por la beatificación del Siervo de Dios José Gabriel
del Rosario Brochero
Queridos hermanos sacerdotes:
1. La beatificación del Siervo de Dios José Gabriel del Rosario Brochero
es un regalo de la Providencia para la Iglesia en nuestra Patria Argentina. Un
verdadero acontecimiento de gracia en el Año de la Fe que estamos celebrando.
Con gratitud podemos decir: Dios ha visitado a su pueblo, ofreciendo en la
persona de Brochero un testigo creíble del Evangelio, un pastor según el corazón
de Dios, que nos inspira y alienta para la nueva evangelización.
2. Su
figura ha ido creciendo, cada vez más, en el alma de nuestro pueblo. La fama de
su santidad le ha permitido a la Iglesia proponerlo como modelo ejemplar de vida
cristiana. De manera especial, la santidad del “Cura Brochero” es un regalo para
los pastores que, ungidos por el mismo Espíritu que selló su alma, queremos
servir al Pueblo de Dios en nuestra Patria.
3. Por eso, los obispos
argentinos, ante su inminente beatificación, hemos pensado en ustedes, muy
estimados presbíteros de Argentina, nuestros hermanos y colaboradores
inmediatos. Compartimos con ustedes el don precioso de la caridad pastoral de
Jesucristo. Nos ha surgido así el deseo de hacerles llegar una palabra de
aliento inspirada precisamente en la figura del “Cura Brochero”. Les confiamos
estas reflexiones esperando que sean provechosas, tanto para la reflexión
personal como en común. Pedimos al Señor que renueve en nosotros la pasión por
el Evangelio que animara al Siervo de Dios.
* * *
Un don
de Dios que nos interpela 4. ¿Qué nos dice la figura evangélica y
sacerdotal de Brochero? ¿Qué luz proyecta sobre nuestra vida y misión como
pastores del Pueblo de Dios en este momento de nuestra historia?
5. En
estos años, y con ocasión del proceso de beatificación, hemos podido conocer
mejor los rasgos distintivos de su alma sacerdotal: su vida radicada en Dios, su
amor a Jesucristo, a la Palabra y a la Eucaristía; su celo apostólico,
especialmente por los más alejados y necesitados; la fortaleza y creatividad de
un sacerdote que vivía intensamente su vocación de párroco; la originalidad con
que unió evangelización y promoción humana; su tierna devoción a la Purísima; el
testimonio elocuente de su vida pobre y entregada; su capacidad de amistad con
grandes y pequeños; su configuración con Cristo paciente, sobre todo al final de
sus días. Celebramos las iniciativas que nos están ayudando a apreciar cada vez
más la riqueza de su persona. Las agradecemos y promovemos.
Brochero: maestro de vida para los sacerdotes 6. Un
lugar destacado en este camino lo ocupan los Encuentros Nacionales de Sacerdotes
y de Seminaristas teólogos que, cada tres años, se han realizado en Villa Cura
Brochero. De esta manera, los lugares brocherianos, el paisaje de Traslasierra y
su gente se han vuelto familiares para el clero argentino, incorporándose a su
itinerario formativo. Para muchos de nosotros, peregrinar a Brochero se ha
convertido en una fuerte experiencia espiritual en la que hemos podido reavivar
el don recibido en la ordenación. El “Cura Brochero” ha llegado a ser así un
verdadero maestro de vida que sigue compartiendo con nosotros lo que ha
constituido el centro unificante de toda su vida: la persona de Jesucristo y la
unión transformante con Él. Brochero nos ha enseñado a permanecer en la
contemplación de Jesús, experimentándolo como Amigo, Maestro y Señor. La vida de
oración de este santo cura nos interpela a nosotros que, como él, hemos sido
llamados para estar con Jesús y predicar su Evangelioi.
7. Estos
encuentros nos han permitido también tener una experiencia gozosa de la
fraternidad que brota del sacramento del Orden. El “Cura Brochero” ha sabido
atraer y unir en torno a un mismo ideal a obispos y presbíteros argentinos, tan
diversos por procedencia, temperamento y situaciones culturales. En Brochero
hemos podido comprender mejor que el ministerio ordenado tiene una radical forma
comunitaria y sólo puede ser ejercido como una tarea colectivaii. Brochero ha
sido un hombre de comunión, que ha vivido intensamente los múltiples vínculos
que definen la identidad presbiteral en la Iglesia y en el mundo. Ha sido un
hombre de obediencia apostólica, atento a la voz de Dios en las mediaciones
eclesiales: en primer lugar, su obispo y la Iglesia diocesana; pero también los
demás presbíteros, los laicos, los consagrados, incluso las concretas
situaciones de vidaiii. Como pastores sabemos bien lo que esto significa para
nuestras iglesias particulares: la misión apostólica es una tarea compartida que
nos involucra en primera persona a obispos y presbíteros en el único Presbiterio
diocesano. En Brochero, nos hemos sentido llamados a una profunda conversión
personal y pastoral para vivir decididamente la espiritualidad de la comunióniv.
Su alegría más grande: conocer a Cristo y darlo a conocer
8. Pocas
obras revelan tan claramente el alma sacerdotal de Brochero como los Ejercicios
Espirituales. Allí está la Casa de Ejercicios, cuyas paredes siguen hablándonos
del encuentro con Cristo que el Siervo de Dios había experimentado y quería que
los suyos vivieran como el momento más importante de la vida. En el lenguaje de
Aparecida: “Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier
persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida,
y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo”v. Un encuentro
con Cristo que transforma la vida y hace de cada ejercitante un “discípulo
misionero” para sus hermanos. Conocemos bien los testimonios que nos han llegado
de esta opción evangelizadora del “Cura Brochero”. Conocemos también la huella
profunda que ha dejado en el alma religiosa de Traslasierra. De esa pasión brotó
una inagotable creatividad pastoral que, unida al ingenio criollo y a la
perseverancia del apóstol, fue el canal a través del cual el amor primero de
Dios tocó y convirtió los corazones más duros y cerrados.
Un
párroco santo entre su gente 9. Al tener noticia de su vida y
recorrer los lugares brocherianos, no deja de sorprendernos la elocuencia
evangélica de este simple hecho: Brochero llegó a configurarse con Jesucristo
como cura párroco. En las condiciones ordinarias de la vida de un párroco de
nuestra tierra encontró la fuente de su santificación: una parroquia extensa, la
confesión, la Misa y la predicación, la visita a las familias y a los enfermos,
la educación de las nuevas generaciones, el servicio a los pobres, el trabajo
codo a codo con laicos, consagrados y otros presbíteros, etc. En lo cotidiano de
su parroquia ha vivido la caridad pastoral como “concentración de cada instante
y de cada gesto en torno a la opción fundamental y determinante de «dar la vida
por la grey»”vi. Para Brochero, ser párroco y ser misionero ha constituido una
misma realidad. Ha vivido sencillamente la esencial dimensión misionera del
ministerio presbiteral. Este ardor apostólico nos interpela. Hoy, anhelamos para
nuestra Iglesia una fuerte conmoción que nos desinstale y nos convierta en
misioneros. “Necesitamos que cada comunidad cristiana se convierta en un
poderoso centro de irradiación de la vida en Cristo”vii. Inspirados por
Brochero, y ante los complejos desafíos de hoy, los pastores de Argentina
experimentamos ese impulso evangelizador que viene del Espíritu. Nos sentimos
llamados a salir, como él lo hizo, a proclamar la gran esperanza que es
Jesucristo, sobre todo, a los más alejados.
10. La configuración con
Jesús el Buen Pastor lo ha llevado a encarnarse profundamente en los valores de
la cultura de la gente serrana. Ha sabido así anunciar a Jesucristo, la novedad
de su Evangelio y de la vida cristiana con ese estilo pastoral de alegría,
entusiasmo y cercanía que nosotros anhelamos para nuestra evangelizaciónviii.
También nosotros, como pastores, sentimos el desafío de una inserción profética
en nuestra cultura, “para sembrar en ella la semilla del Evangelio, es decir,
para que el mensaje de Jesús llegue a ser una interpelación válida,
comprensible, esperanzadora y relevante para la vida del hombre y de la mujer de
hoy, especialmente para los jóvenes”ix. Brochero, también en esto, ha abierto
camino para nosotros.
Amó a los pobres con el corazón de
Cristo 11. Estas reflexiones sobre Brochero no pueden pasar por
alto un aspecto fundamental: su opción por los pobres sólidamente radicada en
Jesucristo. Por Él abrazó la pobreza como forma de vida. Por Él sirvió a los
pobres, la inmensa mayoría de sus feligreses, llevándoles el Evangelio que
promueve la plena dignidad del ser humano. Lo hizo sin resentimientos ni
actitudes ideológicas o dialécticas. Supo así interpelar oportunamente la
conciencia de los poderosos desde Evangelio y el bien común. Con ingenio y
perseverancia procuró para los suyos aquel progreso que, por entonces, estaba
cambiando el rostro de la joven nación Argentina. Pero, sobre todo, trató a los
pobres como sujetos libres y responsables. Los promovió en su dignidad de
personas. Por eso, su servicio fundamental fue llevarlos al encuentro con
Cristo, para que delante de Él orientaran libremente su vida. Su ministerio
pastoral entre los encarcelados, por ejemplo, nos conmueve, edifica y provoca.
Brochero nos marca un camino: “Todo lo que tenga que ver con Cristo, tiene que
ver con los pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo”x.
Como pastores compartimos el anhelo del Concilio Vaticano II y de la Iglesia que
peregrina en América latina y el Caribe, recientemente expresado por el Santo
Padre Francisco: comprometernos con “una Iglesia pobre para los pobres”.
Transfigurado por la Pascua 12. Hay un último
aspecto que quisiéramos destacar contemplando la figura del “Cura Brochero”: su
identificación con la pascua de Jesucristo. La vida de todo bautizado y, de
manera particular la de un sacerdote, encuentra su sello de autenticidad en el
sufrimiento que es necesario padecer por el Evangelioxi. Lo sabemos muy bien por
nuestra propia experiencia: la misión es fecunda si es transformada por la
Pascua. Así lo vivió Brochero, que no solo experimentó diversas contrariedades
en su ministerio, sino que, en la enfermedad y el retiro de los últimos años,
llegó a participar consciente y libremente en la pasión de Cristo. Son conocidas
las palabras que dirige a su condiscípulo, el obispo Yañiz Martín: “Pero es un
grandísimo favor el que me ha hecho Dios Nuestro Señor en desocuparme por
completo de la vida activa y dejarme con la vida pasiva, quiero decir que Dios
me da la ocupación de buscar mi último fin y de orar por los hombres pasados,
por los presentes y por los que han de venir hasta el fin del mundo”xii.
* * *
Beato Cura Brochero: intercede por
nosotros 13. Los obispos de América latina y el Caribe, en el
Documento de Aparecida, han expresado uno de los anhelos más profundos de la
Iglesia del continente: “El Pueblo de Dios siente la necesidad de
presbíteros-discípulos: que tengan una profunda experiencia de Dios,
configurados con el corazón del Buen Pastor, dóciles a las mociones del
Espíritu, que se nutran de la Palabra de Dios, de la Eucaristía y de la oración;
de presbíteros-misioneros, movidos por la caridad pastoral: que los lleve a
cuidar del rebaño a ellos confiados y a buscar a los más alejados predicando la
Palabra de Dios, siempre en profunda comunión con su Obispo, los presbíteros,
diáconos, religiosos, religiosas y laicos; de presbíteros-servidores de la vida:
que estén atentos a las necesidades de los más pobres, comprometidos en la
defensa de los derechos de los más débiles y promotores de la cultura de la
solidaridad. También de presbíteros llenos de misericordia, disponibles para
administrar el sacramento de la reconciliación.”xiii
14. El Siervo de
Dios José Gabriel de Rosario Brochero ha sido uno de esos buenos pastores, cuyo
perfil ha sabido trazar con palabras incisivas el Santo Padre Francisco: “Al
buen sacerdote -decía- se lo reconoce por cómo anda ungido su pueblo; esta es
una prueba clara… Nuestra gente agradece el evangelio predicado con unción,
agradece cuando el evangelio que predicamos llega a su vida cotidiana, cuando
baja como el óleo de Aarón hasta los bordes de la realidad, cuando ilumina las
situaciones límites, «las periferias» donde el pueblo fiel está más expuesto a
la invasión de los que quieren saquear su fe… Así hay que salir a experimentar
nuestra unción, su poder y su eficacia redentora: en las «periferias» donde hay
sufrimiento, hay sangre derramada, ceguera que desea ver, donde hay cautivos de
tantos malos patrones.”xiv
15. Queridos hermanos presbíteros: con
inmensa alegría y gratitud de corazón, los pastores de Argentina podemos
confesar que hemos conocido un pastor que ha vivido precisamente así, como un
ungido del Señor que ha ido hasta las periferias del mundo a experimentar el
poder del Espíritu, que nos es dado para anunciar a todos el Nombre de Jesús
Salvador. Hoy, la Iglesia, con una decisión de su magisterio confirma lo que el
sentido de la fe de los fieles ha percibido certeramente: el “Señor Brochero” es
feliz -beato- porque ha creído y ha vivido como signo e instrumento del Buen
Pastor. Goza en el cielo de la gloria de la Trinidad con María, los ángeles y
los santos, intercede por nosotros y acompaña nuestro peregrinar en la fe. No
nos queda más que dar gracias a Dios y dejarnos evangelizar por este hemano
mayor, uno de nuestra tierra, que honra a la Iglesia de Dios en Argentina.
Un saludo cordial a todos ustedes en este gozoso tiempo de Pascua,
encomendándonos unos a otros en la oración, la Eucaristía cotidiana, la
protección de la Purísima y la intercesión del nuevo beato.
Los obispos
argentinos 105º Asamblea plenaria de la CEA Pilar, 20 de abril de 2013
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario