Ciudad del Vaticano (AICA):
Dos jóvenes de la arquidiócesis de Buenos Aires, -Julieta, de la
parroquia Santa Ana y Gianfranco de la parroquia Virgen de los Milagros
de Caacupé de la Villa 21 de Barracas-, recibieron el domingo 28 de
abril junto con otras 42 personas de distintas diócesis del mundo, el
sacramento de la Confirmación de manos del santo padre Francisco. En el
marco del Año de la Fe, el Papa reflexionó en su homilía de la misa
celebrada a las diez de la mañana en la Plaza de San Pedro, ante 70 mil
personas, sobre tres puntos: la novedad de Dios, las tribulaciones en la
vida y la firmeza en el Señor.
Dos jóvenes de la arquidiócesis de Buenos Aires, -Julieta de la
parroquia Santa Ana y Gianfranco, de la parroquia Virgen de los Milagros
de Caacupé de la Villa 21 de Barracas-, recibieron, el domingo 28 de
abril, junto con otras 42 personas de distintas diócesis del mundo, el
sacramento de la Confirmación de manos del santo padre Francisco.
En representación de la Iglesia en los cinco continentes, los
confirmandos, además de los dos argentinos, fueron: tres de Colombia,
dos de España, y uno Congo, Brasil, Líbano, Nigeria, Cabo Verde, Italia,
Madagascar, Alemania, Francia, India, Portugal, Estados Unidos,
Rumania, Filipinas, Irlanda, China, Sri Lanka y Bielorrusia. El menor
tenía 11 años y la mayor 55.
En el marco del Año de la Fe, el Papa reflexionó en su homilía de la
misa celebrada a las diez de la mañana en la Plaza de San Pedro, ante
70 mil personas, sobre tres puntos: la novedad de Dios, las
tribulaciones en la vida y la firmeza en el Señor.
De las novedades mundanas, que son todas provisionales, el Papa dijo
que pasan y siempre se busca algo más. Mientras la novedad que Dios
ofrece a nuestra vida es definitiva, y no sólo en el futuro, cuando
estaremos con Él, sino también ahora, porque Dios está haciendo todo
nuevo, el Espíritu Santo nos transforma verdaderamente y quiere
transformar, contando con nosotros, el mundo en que vivimos.
Por esta razón el Papa pidió que le abramos la puerta a Dios, que
dejemos que Él nos guíe y que su acción continua nos haga hombres y
mujeres nuevos, animados por su amor, que el Espíritu Santo nos concede.
En su segundo pensamiento el Santo Padre recordó que el camino de la
Iglesia, y también nuestro camino cristiano personal, no son siempre
fáciles, puesto que encontramos dificultades. Y dijo que a pesar de que
seguir al Señor es un camino que encuentra muchos obstáculos, fuera de
nosotros, en el mundo en el que vivimos que frecuentemente no nos
comprende, y también dentro de nosotros, estas tribulaciones forman
parte del camino para llegar a la gloria de Dios, como para Jesús, que
ha sido glorificado en la Cruz.
En el último punto de su homilía Francisco invitó a quienes estaban a
punto de recibir la Confirmación, y a todos, a permanecer estables en
el camino de la fe con una firme esperanza en el Señor. Puesto que aquí
está el secreto de nuestro camino. Él nos da el valor para caminar
contra corriente.
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