Misa celebrada en la Casa Santa Marta
El camino de la fe no es alienante, es una preparación para llegar a nuestro destino definitivo. Estas fueron las palabras del papa Francisco durante la homilía de la misa celebrada esta mañana en la Casa Santa Marta y a la que asistieron algunos empleados de la Tipografía Vaticana, de la Oficina de Trabajo de la Sede Apostólica (ULSA) y miembros del Cuerpo de Gendarmes.
Francisco comentó la frase que Jesús dice a sus discípulos en el evangelio de hoy: "No se turbe su corazón". “Son palabras muy hermosas –dijo el Santo Padre- En un momento de despedida, Jesús habla con el corazón en la mano. Sabe que sus discípulos están tristes y empieza a hablarles de aquel que será su destino definitivo, el cielo.
Les dice “Tengan fe en Dios y en mí... Como si fuera un ingeniero o un arquitecto les dice lo que va a hacer: “Voy a preparles un lugar. En la casa de mi Padre hay muchas moradas”. Y Jesús va a buscarnos un lugar”.
Preparar un lugar "es preparar nuestra capacidad de disfrutar de la oportunidad -nuestra oportunidad- para ver, sentir, entender la belleza de lo que está por venir, de esa patria hacia la cual caminamos.
Toda la vida cristiana es un trabajo de Jesús, del Espíritu Santo, para prepararnos un sitio, para preparar nuestros ojos para ver, nuestros oídos para escuchar. Nuestra alma necesita estar preparada para contemplar el rostro maravilloso de Jesús. Y sobre todo, preparar nuestro corazón... para amar, y amar más”
En el camino de la vida -reiteró el Pontífice- el Señor prepara nuestros corazones “con las pruebas, con el consuelo, con las tribulaciones, con las cosas buenas. Todo el viaje de la vida es un camino de preparación. A veces el Señor tiene que hacerlo rápidamente, como hizo con el buen ladrón: tenía sólo unos pocos minutos para prepararlo y lo hizo. Pero en la vida normal es de otra forma ¿no?: Es ir preparándose para llegar a esa patria, que es la nuestra”.
Pero alguno dice “que todos estos pensamientos son una alienación, que la vida es ésta, lo concreto, y más allá no se sabe lo que hay. Jesús nos dice que no es así: "Tengan fe en mí”, dice . Lo que te digo es la verdad: yo no hago trampas, no te engaño".
"Prepararse para el cielo -concluyó el obispo de Roma- es comenzar a saludarlo desde lejos. Esto no es alienante: esta es la verdad; es dejar que Jesús prepare nuestro corazón para una belleza tan grande. Es el camino de la belleza, es el camino de regreso a la patria. ¡Que Dios nos conceda esperanza, valor y humildad para dejar que el Señor nos prepare un lugar!”+
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