"La trata de personas es una actividad innoble, una vergüenza para nuestras sociedades que se dicen civilizadas", dijo el pontífice en la audiencia ante el plenario del Pontificio Consejo de los Migrantes.
"Explotadores y clientes a todos los niveles deberían hacer un serio examen de conciencia frente a sí mismos y frente a Dios", agregó.
"La Iglesia -subrayó Francisco- renueva hoy su fuerte llamado para que siempre sean tuteladas la dignidad y la centralidad de toda persona, en el respeto de los derechos fundamentales".
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