Ciudad de Vaticano:
El próximo domingo, 2 de junio, de 17 a 18, en la basílica de San
Pedro, bajo el lema “Un solo Señor, una sola fe”, tendrá lugar una
solemne adoración eucarística, en unión mundial. “Será un acto, que
podemos calificar como histórico: Las catedrales del mundo se
sincronizarán con la hora de Roma y estarán, durante una hora, en
comunión con el Papa en la adoración eucarística”, explicó, monseñor
Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva
Evangelización al presentar este acto clave del Año de la Fe.
El próximo domingo, 2 de junio, de 17 a 18, en la basílica de San Pedro,
bajo el lema “Un solo Señor, una sola fe”, tendrá lugar una solemne
adoración eucarística, en unión mundial.
“Será un acto, que podemos calificar como histórico: Las catedrales
del mundo se sincronizarán con la hora de Roma y estarán, durante una
hora, en comunión con el Papa en la adoración eucarística”, explicó,
monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la
Nueva Evangelización al presentar este acto clave del Año de la Fe.
Desde las Islas Cook a Reikiavik, pasando por Chile, Burkina Faso,
Taiwan, Iraq, Bangladesh, Estados Unidos o Filipinas, las diócesis se
sincronizarán con la hora de San Pedro y rezarán por las intenciones
propuestas por el Papa.
La primera es: “Por la
Iglesia, extendida en todo el mundo y hoy en señal de unidad recogida en
la adoración de la Santísima Eucaristía. Que el Señor la haga cada vez
más obediente a la escucha de su Palabra para presentarse ante el mundo
siempre “más hermosa, sin mancha ni arruga, sino santa e inmaculada”.
Que a través de su fiel anuncio, la Palabra que salva resuene aún como
portadora de misericordia y haga que el amor se redoble para dar un
sentido pleno al dolor y al sufrimiento, devolviendo alegría y
serenidad”.
La segunda intención del papa Francisco es:
“Por aquellos que en los diversos lugares del mundo viven el
sufrimiento de nuevas esclavitudes y son víctimas de la guerra, de la
trata de personas, del narcotráfico y del trabajo “esclavo”; por los
niños y las mujeres que padecen todas las formas de violencia¡ Que su
grito silencioso de ayuda encuentre a la Iglesia vigilante para que,
teniendo la mirada puesta en Cristo crucificado no se olvide de tantos
hermanos y hermanas dejados a merced de la violencia!
Por todos aquellos que, además, se encuentran en la precariedad
económica, sobre todo los desempleados, los ancianos, los inmigrantes,
los que carecen de hogar, los presos y cuantos experimentan la
marginación. ¡Que la oración de la Iglesia y su cercanía activa les de
consuelo y ayuda en la esperanza y fuerza y audacia en la defensa de la
dignidad de la persona!”.+
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