El papa Francisco recibió esta mañana en el Vaticano al primado de la
Comunión Anglicana, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, con las
mismas palabras con que Pablo VI recibió a su antecesor, Michael Ramsey,
durante su histórica visita al Vaticano en 1966: “Sus pasos no resuenan
en una casa extranjera. Nos alegramos de abrirle las puertas y con
ellas, el corazón y de recibirlo no como huésped o forastero, sino como
conciudadano de los santos y de la familia de Dios”.
También recordó que en la ceremonia de toma de posesión en la
catedral de Canterbury, el arzobispo rezó por el nuevo Obispo de Roma,
un gesto que el Papa le agradeció profundamente, añadiendo: “Pienso que
habiendo iniciado nuestros respectivos ministerios a pocos días de
distancia uno de otro, tendremos siempre un motivo particular para
ayudarnos mutuamente rezando”.
“La historia de las relaciones entre la Iglesia de Inglaterra y la
Iglesia de Roma –señaló el pontífice- es larga y compleja y no está
exenta de momentos dolorosos. Sin embargo, las últimas décadas se han
caracterizado por un camino de acercamiento y fraternidad, por el que
debemos dar gracias a Dios”. De ese camino forman parte el diálogo
teológico, gracias a los trabajos de la comisión internacional
anglicana-católica y las relaciones de convivencia a la enseña del
respeto mutuo y de la colaboración. “La solidez de esas relaciones
-agregó- ha hecho posible mantener la ruta incluso cuando en el diálogo
teológico han surgido dificultades mayores de las que se podían imaginar
al principio del camino”.
Francisco manifestó al arzobispo su gratitud por el esfuerzo que ha
hecho la Iglesia de Inglaterra para entender las razones que llevaron a
Benedicto XVI a ofrecer “una estructura canónica capaz de responder a
las exigencias de los grupos anglicanos que pidieron que se les
recibiera, también de forma corporativa, en la Iglesia católica. Estoy
seguro de que así será también posible conocer mejor y apreciar en el
mundo católico las tradiciones espirituales litúrgicas y pastorales que
constituyen el patrimonio anglicano”.
El Papa subrayó que el encuentro de hoy es una ocasión para recordar
que el compromiso de la unidad entre los cristianos “no se deriva de
razones de orden práctico sino de la voluntad misma del Señor Jesucristo
que nos ha hecho hermanos suyos e hijos de un único Padre. De ahí que
la oración que rezamos juntos sea de importancia fundamental”.
La oración acentuará el compromiso hacia la unidad que se expresará
en la colaboración en diversos ámbitos de la vida diaria como “el
testimonio de la referencia a Dios y a la promoción de los valores
cristianos ante una sociedad que parece poner en tela de juicio algunas
de las bases de la convivencia, como el respeto por la sacralidad de la
vida humana o la solidez del instituto de la familia fundada en el
matrimonio”. Y también el compromiso “por una mayor justicia social, por
un sistema económico que se ponga al servicio del ser humano y en
ventaja del bien común...el dar voz al grito de los pobres para que no
sean abandonados a la ley de una economía que parece a veces considerar
al ser humano sólo como un consumidor”.
“Se que Vuestra Gracia -afirmó el Santo Padre- es particularmente
sensible a estas temáticas, en las que compartimos muchas ideas. También
estoy al corriente de su compromiso para favorecer la reconciliación y
la resolución de los conflictos entre las naciones. A este propósito,
junto al arzobispo Nichols (el arzobispo católico de Westminster
n.d.r.), Usted ha pedido a las autoridades que encuentren una solución
pacífica del conflicto sirio, que garantice también la seguridad de toda
la población, incluidas las minorías, entre las que se encuentran las
antiguas comunidades cristianas locales. Como Usted ha evidenciado,
nosotros los cristianos llevamos la paz y la gracia como un tesoro para
donar al mundo, pero estos dones pueden dar fruto solamente cuando los
cristianos viven y trabajan juntos en armonía. Será así más fácil
contribuir a construir relaciones de respeto y convivencia pacífica con
los que pertenecen a otras tradiciones religiosas y también con los no
creyentes”.
“La unidad que anhelamos sinceramente -finalizó el Papa- es un don
que viene de lo alto y se funda en nuestra comunión de amor con el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo... Que el Padre misericordioso
escuche las oraciones que le dirigimos juntos”.+
Fuente: AICA
Fecha de publicación: 14 de junio de 2013.-
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