¿Cómo se puede amar a aquellos que “toman la decisión de bombardear y
asesinar a tantas personas”? ¿Cómo se “puede amar a aquellos que por
amor al dinero no dejan que las medicinas lleguen a los ancianos y los
dejan morir”? ¿O a aquellos que sólo buscan “el propio interés, el
propio poder y hacen tanto mal”? “Amar al enemigo parece una cosa
difícil, pero es lo que nos pide el Señor”: lo dijo el papa Francisco en
la misa que celebró hoy, martes 18 de junio, en la Casa Santa Marta. El
Pontífice resaltó que para perdonar a nuestros enemigos, es fundamental
rezar por ellos, pedir al Señor que les cambie el corazón. En la misa,
concelebrada con el cardenal Giuseppe Versaldi, participó un grupo de
colaboradores de la Prefectura de los Asuntos económicos de la Santa
Sede y algunos empleados de los Museos Vaticanos.
La liturgia de estos días, continuó el Papa, nos propone justamente
esta “actualización de las leyes que hace Jesús”, desde la ley del Monte
Sinaí a la Ley del Monte de las Bienaventuranzas. Y subrayó que todos
nosotros tenemos enemigos, pero en el fondo nosotros mismos podemos
convertirnos en enemigos de los otros.
“Tantas veces también nosotros nos convertimos en enemigos de otros:
no los queremos. Y Jesús nos dice que debemos ¡amar a los enemigos! ¡Y
esto no es fácil! No es fácil, pensamos que Jesús ¡nos pide demasiado!
Dejamos esto para las monjas de clausura, que son santas; dejamos esto
para alguna alma santa, pero en la vida común esto no se puede. Y esto
¡tiene que poderse! Jesús dice: ‘No, ¡debemos hacer esto! Porque de lo
contrario ustedes son como los publicanos, como los paganos. No son
cristianos’”.
Entonces ¿cómo podemos amar a nuestros enemigos? Jesús, explicó el
Papa, "nos dice dos cosas": ante todo mirar al Padre que “hace surgir el
sol sobre malos y buenos” y “hace llover sobre justos e injustos”. Dios
“tiene amor para todos”. Y luego, continuó, Jesús nos pide ser
“perfectos como es perfecto el Padre Celeste”, “imitar al Padre con
aquella perfección del amor”. Jesús, agregó, “perdona a sus enemigos”,
“haz de todo para perdonarlos”. Vengarse en cambio, advirtió Francisco,
no es cristiano. Pero ¿cómo podemos llegar a amar a nuestros enemigos?
Rezando. “Cuando uno reza por aquello que nos hace sufrir –afirmó el
Papa– es como que el Señor viene con el aceite y prepara nuestros
corazones a la paz”:
“¡Rezar! Es lo que nos aconseja Jesús: ‘¡Recen por sus enemigos!
¡Recen por aquellos que los persiguen! ¡Recen!’ y decirle a Dios:
‘Cámbiale el corazón. Tiene un corazón de piedra, pero cámbialo, dale un
corazón de carne, que sienta y que ame’. Les dejo sólo esta pregunta y
cada uno responda en su corazón: ‘¿Rezo por mis enemigos? ¿rezo por
aquellos que no me quieren?’ Si decimos ‘si’, yo diré: ‘Adelante, reza
cada vez más, aquel es un buen camino’. Si la respuesta es ‘no’, el
Señor dice: ‘Pobrecito, ¡También tú eres enemigo de los otros!’. Rezar
para que el Señor cambie el corazón de aquellos. También podemos decir:
‘Pero éste me ha hecho mucho daño’, o aquellos han hecho cosas malas, y
esto empobrece a las personas, empobrece la humanidad. Y con tal
argumento pretendemos llevar adelante la venganza, eso del ojo por ojo,
diente por diente”.
Es verdad, recalcó el Papa, el amor por los enemigos “nos
empobrece”. Pero “nos hace pobres” como Jesús “cuando vino hasta
nosotros, se bajó y se hizo pobre” por nosotros. Alguien, observó,
podría decir que esto no es un buen negocio “si el enemigo me hace más
pobre” es cierto, “según los criterios del mundo no es un buen negocio”.
Pero este, aseguró el Papa, es “el camino que siguió Jesús” que de rico
se hizo pobre por nosotros. En aquella pobreza, “en aquel abajamiento
de Jesús -subrayó- se encuentra la gracia que nos ha justificado a
todos, que nos ha hecho ricos”. Es el “misterio de salvación”:
“Con el perdón, con el amor al enemigo, nos volvemos más pobres: el
amor nos empobrece, pero aquella pobreza es semilla de fecundidad y de
amor por los otros. Como la pobreza de Jesús, que se ha convertido en
gracia de salvación para todos nosotros, riqueza… Nosotros que estamos
hoy en esta Misa, pensemos en nuestros enemigos y en aquellos que no nos
quieren: sería hermoso que ofreciésemos la Misa por ellos: Jesús, el
sacrificio de Jesús, por ellos, por aquellos que no nos aman. Y también
por nosotros, para que el Señor nos enseñe esta sabiduría tan difícil,
pero tan hermosa porque nos hace asemejarnos al Padre, a nuestro Padre y
hace salir el sol para todos, buenos y malos. Y nos hace asemejar al
Hijo, a Jesús, que en su abajarse se hizo pobre para enriquecernos, a
nosotros, con su pobreza”.+
Fuente: AICA
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