Buenos Aires (AICA): El
presbítero Rubén Revello, especialista en bioética de la Pontificia
Universidad Católica Argentina (UCA), sostuvo que la ley de
fertilización asistida, sancionada en la tarde del miércoles 5 de junio,
es “polémica” por su contenido, ya que comporta una pérdida del
respeto por la procreación e implica la pérdida de embriones, que son
vidas humanas. Además, indicó que por detrás de las familias que buscan
tener un hijo están los intereses de las clínicas de fertilización:
“Abrieron el mercado de la vida humana a todo el mundo”.
El presbítero Rubén Revello, especialista en bioética de la Pontificia
Universidad Católica Argentina (UCA), sostuvo que la ley de
fertilización asistida, sancionada en la tarde del miércoles 5 de junio,
es “polémica” por su contenido, ya que comporta una pérdida del
respeto por la procreación -como don, regalo, transmisión de la propia
vida y dignidad- e implica la pérdida de embriones, que son vidas
humanas. Además, indicó que por detrás de las familias que buscan tener
un hijo están los intereses de las clínicas de fertilización: “Abrieron
el mercado de la vida humana a todo el mundo”.
El proyecto fue aprobado ayer por la Cámara de Diputados, luego de
leves modificaciones introducidas en el Senado, con 204 votos
afirmativos y 10 abstenciones. De esta forma, los procedimientos y
técnicas de reproducción deberán ser incluidos en el Programa Médico
Obligatorio (PMO) junto con los servicios básicos de salud que cualquier
prestadora social o medicina privada debe garantizar.
El catedrático, que se especializó en Europa sobre estos temas y
dirige el Instituto de Bioética de la Pontificia Universidad Católica
Argentina (UCA), estimó que el texto atenta contra una cuestión “muy de
base”, como lo es la diferencia entre procreación y reproducción.
“Ya no es lo mismo cuando el término de reproducción entra en juego,
porque ya no se toma la vida recibida como un don, haciendo así que
pierda su sacralidad –sostuvo-. Bajo esta mirada, puedo hacer lo que
quiera con ella”. Asimismo, advirtió que el concepto de reproducción
equipara al embrión con un producto, ya que se habla de “stock”, “descarte”, "congelamiento" y “comercialización” de embriones, así como también el alquiler de vientres.
El sacerdote, perteneciente al clero de Lomas de Zamora, indicó que
la ley sancionada tiene una marcada intencionalidad económica: “Ahora
las clínicas de fertilización, que se presentan como las grandes
solucionadoras de la vida de las familias, se hacen de una caja
impresionante, porque tanto las obras sociales como el colapsado sistema
sanitario público tendrán que asumir los altísimos costos de unas
prestaciones que difícilmente puedan calificarse como terapéuticas”.
Asimismo, previno de que la ley “instala en la práctica lo que el
debate por la reforma del Código Civil va anticipando”. Una vez que el
texto sea promulgado, abrirá las puertas al alquiler de vientres y la
“donación” de óvulos con potenciales fines económicos, de forma que
mujeres o varones solteros o en pareja con cónyuges de su mismo sexo
puedan acceder a un hijo.
“Toda la ley es polémica. Una cosa es mejorar la capacidad de
fertilidad de las personas, y otra muy distinta son las técnicas de
fertilización in vitro (FIV), que ya son una pérdida del respeto de la persona”, resumió el presbítero.
Además, recordó que la Iglesia ha tratado el tema y el Magisterio se
ha expedido con claridad. “Todas las técnicas de fecundación in vitro
se desarrollan de hecho como si el embrión humano fuera un simple
cúmulo de células que se usan, se seleccionan y se descartan”, explicó,
haciendo eco de la instrucción Dignitas Personae.
"“La Iglesia, además, considera que es éticamente inaceptable la
disociación de la procreación del contexto integralmente personal del
acto conyugal: la procreación humana es un acto personal de la pareja
hombre-mujer, que no admite ningún tipo de delegación sustitutiva. La
aceptación pasiva de la altísima tasa de pérdidas (abortos) producidas
por las técnicas de fecundación in vitro demuestra con
elocuencia que la substitución del acto conyugal con un procedimiento
técnico –además de no estar en conformidad con el respeto debido a la
procreación, que no se reduce a la dimensión reproductiva– contribuye a
debilitar la conciencia del respeto que se le debe a cada ser humano.
Por el contrario, la conciencia de tal respeto se ve favorecida por la
intimidad de los esposos animada por el amor conyugal", sumó a lo dicho.
La visión de la Iglesia al debate
La Iglesia mantiene una postura crítica a este tipo de prácticas.
Hace más de un año, el 27 de abril de 2012, los obispos argentinos
afirmaron al concluir la 103ª Asamblea Plenaria de la Conferencia
Episcopal Argentina que, de aprobarse esta legislación, “algunos seres
humanos en gestación no tendrán derecho a ser llamados personas”.
El episcopado puso en evidencia que, entre las razones que
justifican la sanción del proyecto, la maternidad y la paternidad quedan
desfiguradas con la “voluntad procreacional”; a su vez, advierten que
se “legitimará” la promoción del alquiler de vientres, que “cosifica a
la mujer”.
Más aún, los obispos alertaron entonces que la ley de fertilización
asistida supone el congelamiento de embriones humanos por tiempo
indeterminado, “pudiendo ser éstos descartados o utilizados con fines
comerciales y de investigación”. También advirtieron la vulneración del
derecho a la identidad para quienes sean concebidos por estas prácticas,
porque “no podrán conocer quién es su madre o su padre biológico”.
Asimismo, subrayaron que la ley privilegia un supuesto “derecho al
hijo”, por sobre los derechos del hijo a la vida y al respeto de su
intrínseca dignidad y el principio de originalidad en la transmisión de
la vida humana. “Las técnicas de fecundación artificial suponen con
frecuencia mecanismos de selección de los embriones más aptos, con
descarte de los demás”, afirmaron.+
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