Ciudad del Vaticano:
El papa Francisco recordó al beato Juan XXIII, al cumplirse 50 años de
su fallecimiento, y lo definió como “un hombre de gobierno, era un
conductor, pero un conductor conducido por el Espíritu Santo, por la
obediencia”. “Aun más profundamente, mediante este abandono cotidiano a
la voluntad de Dios, el futuro papa Juan vivió una purificación, que le
permitió desprenderse completamente de sí mismo y de adherir a Cristo,
dejando así emerger aquella santidad que la Iglesia reconoció después
oficialmente”, señaló tras la misa en la basílica de San Pedro,
presidida por el obispo de Bérgamo (Italia), monseñor Francesco Beschi.
El pontífice sostuvo que la raíz de la santidad de su predecesor se
encuentra en “su obediencia evangélica”. “Si nos dejamos conducir por el
Espíritu Santo y abandonamos el egoísmo para hacer espacio al amor del
Señor y a su voluntad, encontraremos la paz y la difundiremos a nuestro
alrededor”, subrayó.Francisco asegura que la santidad de Juan XXIII radica en su obediencia evangélica
El papa Francisco recordó al beato Juan XXIII, al cumplirse 50 años de
su fallecimiento, y lo definió como “un hombre de gobierno, era un
conductor, pero un conductor conducido por el Espíritu Santo, por la
obediencia”.
“Aun más profundamente, mediante este abandono cotidiano a la
voluntad de Dios, el futuro papa Juan vivió una purificación, que le
permitió desprenderse completamente de sí mismo y de adherir a Cristo,
dejando así emerger aquella santidad que la Iglesia reconoció después
oficialmente”, destacó tras la misa en la basílica de San Pedro,
presidida por el obispo de Bérgamo (Italia), monseñor Francesco Beschi.
El beato Juan XXIII, quien “como yo, tiene una cierta edad, mantiene
un vivo recuerdo de la conmoción que se difundió por todas partes en
aquellos días: la Plaza de San Pedro se había convertido en un santuario
a cielo abierto, recibiendo día y noche a los fieles de toda edad y
condición social, estremecidos y en oración por la salud del Papa”,
señaló.
“El mundo entero había reconocido en el papa Juan un pastor, un
padre. Pastor porque era padre. ¿Qué cosa lo había convertido en tal?
¿Cómo había podido llegar al corazón de personas tan diversas, incluso
de tantos no cristianos? Para responder a esta pregunta, podemos
recordar su lema episcopal: Obediencia y paz”.
Francisco sostuvo que “Angelo Roncalli era un hombre capaz de
transmitir paz; una paz natural, serena, cordial; una paz que con su
elección al Pontificado se manifestó al mundo entero y recibió el nombre
de la bondad. Es tan bello encontrar un sacerdote, un cura bueno, con
bondad”.
“En realidad, el papa Juan transmitía paz porque tenía un ánimo
profundamente pacificado. Él se había dejado pacificar por el Espíritu
Santo. Y este ánimo pacificado fue fruto de un largo y comprometido
trabajo sobre sí mismo, trabajo del que ha quedado abundante rastro en
el Diario del Alma”, agregó.
El Santo Padre dijo además que “si la paz ha sido la característica
exterior, la obediencia constituyó para Roncalli la disposición
interior. La obediencia, en realidad, fue el instrumento para alcanzar
la paz”.
“Ante todo ella tuvo un sentido muy simple y concreto: realizar en
la Iglesia el servicio que los superiores le pedían, sin pretender nada
para sí, sin sustraerse a nada de lo que le era pedido, incluso cuando
eso significó dejar la propia tierra, confrontarse con mundos para él
desconocidos, permanecer por largos años en lugares donde la presencia
de católicos era escasísima”.
Francisco subrayó que “este dejarse conducir, como un niño,
construyó su recorrido sacerdotal que ustedes bien conocen, de
secretario de monseñor Radini Tedeschi, padre espiritual en el Seminario
diocesano, a representante pontificio en Bulgaria, Turquía y Grecia,
Francia, hasta Pastor de la Iglesia veneciana y finalmente a obispo de
Roma”.
“A través de esta obediencia, el sacerdote y obispo Roncalli vivió
también una fidelidad más profunda, que podremos definir, como él habría
dicho, abandono a la Divina Providencia”.
La enseñanza para cada uno de nosotros y para la Iglesia de nuestro
tiempo, señaló el Papa, es que “si sabemos dejarnos conducir por el
Espíritu Santo, si sabemos mortificar nuestro egoísmo para hacer espacio
al amor del Señor y a su voluntad, entonces encontraremos la paz,
entonces sabremos ser constructores de paz y difundiremos paz a nuestro
alrededor”.
A cincuenta años de la muerte del beato Juan XXIII, dijo Francisco,
"la guía sapiente y paterna del papa Juan, su amor por la tradición de
la Iglesia y la conciencia de su constante necesidad de actualización,
la intuición profética de la convocación del Concilio Vaticano II y la
ofrenda de la propia vida por su buen término, quedan como piedras
miliares en la historia de la Iglesia del siglo XX y como un faro
luminoso por el camino que nos espera”.+
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