domingo, 15 de septiembre de 2013

La profunda fe de la familia del milagro de Brochero

 

Sandra Violino y Osvaldo Flores son los papás de Nicolás, el niño sobre quien el Cura Brochero obró un milagro que lo llevará al honor de los altares este sábado 14 de septiembre. Recién llegados a esta villa serrana, revivieron la historia de sus vidas para AICA, entre mates, idas y venidas de monjas por la pequeña casa de Mina Clavero y otros tantos detalles de la ceremonia de beatificación, que se desarrollará en el predio del Cristo Blanco.

En pocos días, se cumplirán 13 años del accidente automovilístico que los involucró para siempre con la glorificación de Brochero: una camioneta Ford Apache sin luces chocó de frente al Volkswagen Polo en el que viajaba con los padres de Sandra. Nora, la abuela, sobrevivió, pero no así su esposo; Sandra, en tanto, quedó con las piernas fracturadas, y Nicolás, con 11 meses, quedó tendido en la cinta asfáltica con la cabeza muy lastimada y apenas con vida. Su papá, Osvaldo, lo socorrió, y en la desesperación, pidió la intercesión del venerable José Gabriel del Rosario Brochero.


Luego de semanas difíciles para la familia, en las que se conjugaba la pérdida del abuelo y la extendida cadena de oración por Nicolás, el doctor Vicente Montenegro, que atendió al niño de menos de un año, les informó que cumplieran las promesas que habían hecho, porque lo sucedido con la evolución del niño superaba toda intervención científica. Sus padres contaron a
AICA que siempre supieron que en Nicolás había algo diferente, pero fue un milagro “que hubo que perseverar”, como recuerda su madre: “Me entregaron un hijo en estado de vida vegetativo al cual hubo que trabajar”.

Hoy Nicolás tiene casi 14 años, y solo presenta una disminución de la movilidad en la parte derecha de su cuerpo, pero sin llegar a la parálisis. El diagnóstico que le habían dado era de completa discapacidad. Pero no fue así, porque el Cura Brochero intercedió.


¿Cómo fue evocar en estos días la historia que les tocó vivir?
Sandra Violino:
En realidad, es una resignificación del dolor y de la cruz. A pesar de que ha sido un camino difícil, con alegrías pero con mucho dolor y trabajo, hemos reencontrado el sentido de la cruz con alegría y con gozo, lo que nos permite estar muy emocionados. Sentirnos que hemos sido parte de este proceso, con un granito de arena, nos da una alegría inmensa.

Osvaldo Flores: Gente que nos ve nos pregunta de dónde sacamos fuerza. Creemos que viene de Dios, del Espíritu Santo, y también de Brochero, porque sin ellos creo que no se hubiera conjugado esta historia de la manera que se dio. Es Dios el principal artífice y es la fuerza que emana de Él lo que nos lleva adelante. Brochero trabaja y hace trabajar… Brochero ha trabajado mucho, y creo que aún lo sigue haciendo a través de Nicolás y muchas otras personas. Así que si es para gloria de Dios, hay que trabajar y salir adelante.


La historia de la familia está trazada por los camino brocherianos. Sandra cuenta que sus bisabuelos trabajaron junto a Brochero, y que su abuela fue catequista de la capilla de Pampa del Pocho. Los varones, cada año, asistían a los ejercicios espirituales que se predicaban en la Casa de Ejercicios. Su mamá, Nora, el “pilar” de la fe en la familia, fue a la escuela primaria del colegio de las Esclavas y, según su hija, “ha sido como el poncho casero de Brochero en la fe”. Por estos días, con su grupo de oración, la abuela del “niño del milagro” borda, cocina y plancha; presta camas y catres para los peregrinos y se hace tiempo para rezar y recibir en su casa a las religiosas de la Sociedad de María y otras congregaciones, que llegan a ella como si fuera una madre superiora.


¿Cómo fue crecer en una familia que respira a Brochero?
SV:
. Nos identificamos en el trabajo de Brochero de la entrega, de no bajar los brazos hasta no conseguir el objetivo. Quizás somos muy insistentes. Sin duda, el camino de la comprobación del milagro ha sido un camino de Brochero, en el sentido del esfuerzo y de la perseverancia. A mí me llama la atención la perseverancia que tiene Nicolás por la recuperación. Uno como papá lo alienta y lo empuja para que siga creciendo, pero se nota que tiene un empuje y una fuerza de perseverancia que es muy particular. Y creo que esto es un reflejo de lo que da Brochero.


Al igual que ocurrió con María Sara Pane, la mujer por quien la beata Crescencia Pérez obró un milagro de curación, la familia Flores-Violino vivió días atrás una situación de prueba y de resignación, de depositarse en las manos de Dios. Nicolás debía someterse, tarde o temprano, a una cirujía. Pero hace un mes, el médico les indicó que debían someterlo a una operación quirúrgica correctiva del pie, mucho más compleja de lo que esperaban, y que implicará probablemente quebrarle la cadera y el fémur.

¿Cómo sobrellevaron la situación?
OF:
Vinimos varios kilómetros desde Buenos Aires mudos. Pero a los poco días se nos pasó la conmoción, rezamos, pedimos y ahora estamos con la fuerza que nos da Dios… no es fácil. Pero lo estamos sobrellevando.

SV: Como mamá me afectó durante todo el viaje y media jornada del día siguiente. Pero le dije a Brochero que se ocupe, le rezamos en familia y se lo dijimos a Nicolás para que tenga presente este momento en el que se esperan y se reciben tantas gracias. Lo hablamos con monseñor Santiago Olivera, que es para nosotros un pastor y guía espiritual en la familia. En estos momentos te quebrás, pero luego salís adelante. Yo digo que el “coludo” no nos va a vencer y menos en este momento.

¿Y cómo vive esta jornada “el niño del milagro”?
SV:
En realidad, vos hablás con él y lo toma muy naturalmente. Él sabe que el centro es Brochero. Si le preguntás qué es lo más importante o qué estamos celebrando, él sabe que se trata de la beatificación y está feliz que así sea. Es un niño muy simple, no es rebuscado en su expresión y lo vive como es. Sabe de todo lo que ocurrió y es consciente, y él se sienta con nosotros en cada nota. Revive la historia, nos corrige y realmente lo vive con la naturalidad propia de un niño.


Es más fácil ser santo que hacer un santo, dijo alguna vez una postuladora. Para preocupación de muchos y suspiro de otros tantos, la causa de beatificación del Cura Brochero estaba parada en 2008. Años antes, un 26 de enero, Sandra escribió una carta a mano alzada al arzobispado de Córdoba contando la evolución que había tenido Nicolás, y recibió una contestación. Más tarde, hicieron lo mismo con la diócesis de Cruz del Eje, pero no obtuvieron respuesta. Para ese entonces, Nora, la abuela de Nicolás, viajó a Tierra Santa con el entonces obispo de Cruz del Eje, monseñor Omar Félix Colomé, y le contó la situación del niño, y de la necesidad que tenía de comulgar: con apenas 8 años, cuando llegaba el momento de la Eucaristía se ponía a llorar, se aferraba a sus padres y les pedía que lo lleven hacia el sacerdote o el ministro.


Luego de esta charla, monseñor Colomé pasó de regreso por Roma y comenzó a movilizar la causa, que hasta el momento estaba parada. Cuando llegó monseñor Olivera a la diócesis, el 7 de septiembre de 2008, “la causa empezó a tomar su cauce con otra impronta”, aseguran los Flores-Violino. Para Sandra, fue un verdadero milagro: “Realmente abrazó la causa”. Con una nueva postuladora, la doctora Silvia Correale, especialista en derecho canónico y residente en Roma, comenzaron a recuperar los testimonios, las pruebas médicas y otras documentaciones.


Hubo que someterlo a Nicolás a muchos estudios, hubo que buscar fotos, hablar con los médicos y contactar a gente que había estado presente en la noche del accidente.


“Uno tiene que comprender que los tiempos de Dios no son los nuestros. Y uno tiene que aceptar que Dios sabe el cuándo y el porqué. Ahora, todos estuvieron en la misma sintonía para que Brochero sea beato”, cuenta Sandra..


La postuladora de la causa, Silvia Correale, se quedará unos días más en la Argentina para escuchar la comunicación de otras gracias que podrían llevar a la canonización de Brochero…
SV:
Son tantas las gracias que se reciben, y a veces no se comunican, o no se saben, o se cree que no tienen la entidad suficiente. Cuando me piden una opinión, les dijo que recen al Cura Brochero, que tienen un amigo en quien confiar y que puede pechar allá en el Cielo, y después les digo que la comuniquen porque eso es lo que nos está faltando. Parece mentira que haya pasado tanto tiempo. Si uno no lo pide, no lo manifiesta, no se da. Creo que esto va a impulsar a que otros cuenten y me parece fantástico que así sea porque, a mi entender, Brochero tendría que estar en los altares desde hace tiempo. Estoy convencida de que va a salir muy rápido el segundo milagro para que Francisco lo pueda proclamar santo… ¡esa sí sería ponerle la frutilla al postre!

El episcopado y el clero argentino siempre han insistido en Brochero por ser un ejemplo de sacerdote discípulo y misionero. ¿Qué puede rescatar de él un laico?
SV:
Creo que el modelo de Brochero es un ejemplo para todo el mundo. Para los políticos, para los líderes, para todos los cristianos, porque ha cubierto todas las áreas, primero con la promoción humana desde la evangelización, y también por esa entrega al necesitado, compartir hasta el último centavo… creo que, en definitiva, no hay ningún aspecto que no sirva de ejemplo. Sobre todo, saber que era un hombre común, un hombre santo, y que es ejemplo para el obispo, para el dirigente, para el contador, para cualquiera… En todo sentido, es un ser a imitar.
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