lunes, 29 de julio de 2013

Río abre los brazos y convoca a los jóvenes a una revolución de amor

Especial de AICA - Río de Janeiro, Brasil (AICA): La Jornada Mundial de la Juventud Río de Janeiro 2013 comenzó oficialmente este martes 23 de julio en la playa de Copacabana con una misa presidida por el arzobispo local, monseñor Orani João Tempesta, en la que se insistió sobre el compromiso misionero que los jóvenes deben impregnar en sus vidas y ámbitos cotidianos. Festivales, canciones, un espectáculo de gigantescas proporciones y un llamado a la evangelización de los jóvenes del mundo rodearon el primer día del encuentro católico de mayor convocatoria en la historia reciente.




La Jornada Mundial de la Juventud Río de Janeiro 2013 comenzó oficialmente este martes 23 de julio en la playa de Copacabana con una misa presidida por el arzobispo local, monseñor Orani João Tempesta, en la que se insistió sobre el compromiso misionero que los jóvenes deben impregnar en sus vidas y ámbitos cotidianos, en coincidencia con el lema que los convocó: “Vayan y hagan discípulos en todas las naciones”.

La misa se vio engalanada con festivales musicales antes y después de la congregación de los cientos de miles de jóvenes de todo el mundo, ansiosos de escuchar al papa Francisco, a quien verán en este mismo lugar en la tarde del jueves 25. Mientras llegaban los rezagados, siete obispos auxiliares y más de 1.500 religiosos de una veintena de lenguas, entre los que había cardenales, obispos y sacerdotes, acompañaron al arzobispo anfitrión al escenario central montado sobre la zona sur de la ciudad.
La recepción
La jornada comenzó desde temprano, aproximadamente a las 15, con la bienvenida a los peregrinos de todo el mundo y decenas de presentaciones artísticas, además de momentos de oración en el escenario montado en la playa más famosa del país. El “Coro Carioca JMJ”, formado por 100 jóvenes de las parroquias locales, acompañaron la “invasión” de la costa. De a ratos, y en diversos idiomas, se oía el himno de la JMJ.  Momentos antes de la misa, la Cruz Peregrina y el ícono de Nuestra Señora, símbolos de la JMJ, convocaron a los jóvenes a un momento de recogimiento espiritual que se cerró con el rezo del santo rosario bajo la dirección de jóvenes de los cinco continentes. Luego, cientos de jóvenes entraron por el escenario central rodeados de banderas con los colores del Vaticano. Dos artistas interpretaron una versión adaptada de “Emmanuel”, el célebre himno de la Jornada Mundial de la Juventud Roma 2000.
 
Protagonistas de un mundo nuevo

Al momento de la homilía, el arzobispo de San Sebastián de Río de Janeiro, dom Orani João Tempesta, identificó a los jóvenes como los “protagonistas de un mundo nuevo”, y los desafió a la misión, siendo apóstoles del Evangelio de Dios y estandartes de la “revolución del amor”.
“Tengo la certeza de que ustedes mostrarán el rostro de Cristo en sus ciudades y países. ¡El mundo necesita de jóvenes como ustedes!”, exclamó.

Dirigiéndose a los jóvenes como depositarios de un tesoro único, el prelado sostuvo que las 175 naciones representadas en la Misa “son llamadas a la obediencia de la fe”, conforme a lo que señala san Pablo en su carta a los romanos: “Recibimos la gracia de la vocación para el apostolado, nosotros, que fuimos llamados a ser discípulos de Jesucristo, amados por Dios y santos por vocación”.

En referencia al evangelio, el arzobispo carioca indicó que el evangelista es “ejemplo” de las consecuencias que producen decir “sí”, incluyendo los desafíos y las alegrías.

“Este escenario –la playa de Copacabana- nos remite a los barcos dejados en la playa por aquellos que fueron llamados por Jesús para seguirlos. Hoy también estamos llamados a seguir a Cristo Resucitado”, añadió.

“Somos llamados a vivir profundamente la fe en este tiempo plural y de tantos cuestionamientos, en este cambio de época, pero con estusiasmo y coherencia de quienes se dejan conducir por la acción del Espíritu Santo”, animó el arzobispo.

Monseñor Tempesta también indicó que el camino misionero exige discernimiento, cierta “utopía”, metas ambiciosas, aunque también el auxilio de alguien al lado que ayude a reconocer la voz de Dios. E insistió: “Como Pablo, somos siervos de Cristo, apóstoles por vocación y elegidos para el evangelio de Dios”.

El arzobispo dejó una descripción personal de lo que estaba viviendo: “Existe una revolución de amor en este momento: ¡el otro es Cristo para nosotros!, ¡el otro es nuestro hermano! ¡Que esto resuene por el mundo! Queremos que todos y cada uno se sientan recibidos en el abrazo de Cristo, que llama a todos para estar con Él en la construcción del Reino de Dios”.

"Hoy aprenderemos a decir 'habla, Señor, que tu siervo escucha'. Y oiremos cada vez más al Señor decir 'Sean misioneros'.¡Vayan y hagan discípulos en todas las naciones!", concluyó. Pero antes, les dejó una pregunta: “¿Vamos juntos?”.

Cierre a pura fiesta. Después de la celebración eucarística, la jornada cerró con presentaciones musicales de Migueli, Rex Band, Eros Biondini, Francisco Avello y Celina Borges, todos cantantes reconocidos en el ámbito católico. La banda Misionero Shalom, los cantantes Suely Façanha, Davidson Silva, Cristiano Pinheiro, Ana Gabriela, Alfareros y Rodrigo Ferreira, además de la Orquesta sinfónica de Barra Mansa, eran los encargados de cerrar las actividades, alrededor de las 22.30.

El escenario en Copacabana. Al fondo del escenario se podía ver una curva gigante inspirada en las montañas de la ciudad, que a la vez sirvió de telón para proyectar diversas imágenes durante todo el espectáculo. Al centro, una cruz de 17 metros de altura preside el área cubierta donde el papa Francisco permanecerá durante las actividades del jueves y el viernes.

También cuatro plataformas circulares fueron montadas para proteger a la orquesta, al coro, a los obispos y a los cardenales. Debajo del escenario hay cuatro habitaciones de apoyo, dos baños, depósito de material, un control de sonido, camarines y un puesto médico. Parte de esta área es restringida al Papa y su comitiva. Además, cuenta con una pequeña capilla y sacristía en donde estarán los copones para las hostias.+

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