lunes, 1 de abril de 2013

Llamado a la paz social, la unidad y la opción por los pobres de los obispos argentinos

Los obispos argentinos reclamaron hoy en sus mensajes pascuales más diálogo y menos agravios entre hermanos, a fin de fortalecer la "amistad social" y poder sumar esfuerzos para construir un país más justo, fraterno y solidario, que sea "casa para todos" y no sólo para unos pocos.

Los prelados llamaron a optar por los pobres, tal como lo pidió el papa Francisco propia la opción por los pobres pedida por el papa Francisco al inicio de su ministerio petrino: "Como anhelo con una Iglesia pobre y para los pobres".

Mons. José María Arancedo (Santa Fe de la Vera Cruz): “Los argentinos nos debemos gestos de grandeza y de encuentro, que nos permita superar el agravio y la descalificación para fortalecer lazos de pertenencia y afecto ciudadano. Danos, para ello, Señor, la sabiduría del diálogo, la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común. Que la Pascua sea un llamado a la fraternidad y a la esperanza, para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los más pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz. Deseándoles una Feliz Pascua, pido al Señor que nos acompañe y bendiga como Nación”.

Mons. Andrés Stanovnik (Corrientes): “Profesar a Jesucristo resucitado nos debe llevar a un verdadero cambio en las relaciones con nuestros semejantes: cuidarnos unos a otros –como nos recordó el Papa Francisco– preocuparnos por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón; preocuparnos uno del otro en la familia: los cónyuges se cuidan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres; y vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien. Cuidemos también la fe de nuestro pueblo y los valores que la sustentan… Para construir una sociedad que prospere en forma pacífica y armoniosa es necesario privilegiar efectivamente la atención hacia los más desfavorecidos, trabajando sobre las verdaderas causas que generan pobreza e inseguridad, poniendo en riesgo a toda la sociedad. Se disipan las tinieblas de la mente y somos más razonables cuando optamos por el diálogo, el respeto por el otro y nos esforzamos por sumar esfuerzos para enfrentar los enormes desafíos que tenemos por delante”.

Mons. Alfredo Zecca (Tucumán): “La espontánea algarabía popular así como la simpatía de los diversos sectores de la Iglesia y hasta del estado y, en general, del mundo cultural y civil, se pusieron inmediatamente de manifiesto y se expresaron de múltiples maneras. ¡Un Papa Argentino!. A todos nos parecía imposible y allí estábamos, atónitos, contemplando a Francisco como aquel Pastor infatigable, humilde, austero, cercano a los más pobres, a quienes muchos hombres y mujeres, de toda condición, buscaban, en sus tiempos de sacerdote y de obispo, como confesor, director espiritual, consejero y amigo. Como arzobispo quiero exhortar a todos los católicos que peregrinan en esta Iglesia Particular de Tucumán a reconocer en la persona de nuestro querido Papa Francisco al Vicario de Cristo y a seguir dócilmente sus enseñanzas. Este será el mayor homenaje que podamos ofrecerle y la norma segura de nuestro caminar junto a él en la tarea de la evangelización a la que nos ha convocado. Con mis mejores deseos de felicidad en esta Pascua y mi bendición”.

Mons. Carlos María Franzini y Mons. Sergio O. Buenanueva (Mendoza): “Los cristianos acabamos de celebrar la Pascua de Jesucristo. La solemnidad y noble sencillez de los ritos litúrgicos apenas alcanzan a expresar la fuerza interior de ese fuego que es el corazón de la Iglesia y que sigue comunicándose al mundo. Desde esta vivencia evangélica quisiéramos acercar nuestro saludo pascual. Somos discípulos de Jesús. A Él nos dirigimos suplicando el don de su Espíritu para que el fuego de su amor siga animando la vida y misión de cada una de nuestras comunidades cristianas. La pasión por Jesús y su Evangelio es mostrar a cada persona que Dios es Padre, que el destino del hombre es la eternidad, que todos estamos llamados a vivir como hermanos y que tenemos que cuidarnos unos a otros, y cuidar también la casa común que habitamos. Destinatarios privilegiados de este mensaje son los pobres, los enfermos, los que sufren”.

Mons. Domingo Castagna (emérito de Corrientes): “Es la rueda indetenible de la historia. Se nos da la oportunidad de prepararnos, desde formas sacramentales garantizadas, para llegar a la eterna Pascua. Las oraciones litúrgicas así lo expresan. Existe una alarmante inconsciencia del Misterio Pascual que acabamos de evocar. El advenimiento del Papa Francisco ha provocado un cimbronazo de dimensiones notables. La Argentina, Patria natal del nuevo Pontífice, ha colmado sus templos. ¿Por qué? ¿Es que captó el mensaje? ¿Aclimató afectivamente su memoria religiosa y un buen número de sus ciudadanos recordó la importancia de Dios en sus vidas? Sería lastimoso desaprovechar el momento y recaer en la trivialidad que, con mucha frecuencia, sucede a eventos de deportiva importancia o a la muerte de ciertos ídolos del espectáculo y de la política.

Obispos patagónicos: “Que esta Pascua nos movilice entonces desde Cristo a un mayor compromiso por: la familia como el lugar en el que se generan los valores comunitarios más sólidos y se aprende a amar y ser amado, la educación que promueva el valor y el cuidado de la vida, el desarrollo integral de la persona y las acciones que aseguran la convivencia social. la paz social que se logra, en gran parte, con el trabajo dignamente remunerado para todos, y con el protagonismo de todos en las decisiones que hacen a la vida cotidiana en orden al bien común. El diálogo fraterno y respetuoso que nos permita alcanzar el objetivo principal de construir una patria más justa, más fraterna, que sea casa para todos”.

Mons. Luis Urbanc (Catamarca): “También nosotros necesitamos encontrarnos con el Viviente Jesús. Anunciemos que Jesús está vivo en nuestra sociedad, en nuestros lugares de trabajo, en los ámbitos de estudio, en nuestros hogares, en nuestros centros de salud, en nuestros clubes, en nuestros sindicatos, en nuestras fábricas, en nuestros servicios penitenciarios, en los geriátricos, en el barrio, en las parroquias, etc. Nuestra sociedad catamarqueña está necesitando que los cristianos proclamemos este mensaje de vida, de fraternidad, de solidaridad, que es fruto de reconocer que Jesús está vivo. Le pidamos a la Virgen del Valle, la que nos protege, la que intercede por nosotros, la que es la Madre del Resucitado, que nos ayude a valorar esta gracia que tenemos los católicos de creer, de aceptar y de vivir a la luz y en la compañía de Cristo vivo. El Señor los bendiga. ¡Feliz Pascua!”

Mons. Rubén Martínez (Posadas): “También puede desesperanzarnos el percibir que el crecimiento económico alcanza a algunos, y otros sectores que significan grandes porcentajes de nuestra sociedad, sobreviven y quedan excluidos de un circuito competitivo y cruelmente exigente. ¿Cómo se rompe el circuito de la pobreza de aquellos que sin culpa padecieron la desnutrición en la infancia, o bien el acceso a la educación o la salud? También se suman a los signos de la cultura d la muerte la fragilidad en la que viven tantos niños, adolescentes y jóvenes por contextos no incluyentes en el trabajo y educación, y por el flagelo de estructuras de corrupción como la droga que los dañan gravemente. Todos tendremos que sentirnos responsables de transformar estas situaciones de muerte en “Vida”. En la Semana Santa y en el Misterio Pascual celebramos “el misterio de la muerte y de la Vida”. Aunque haya muchos signos de muerte, tenemos la certeza de la Vida, de la resurrección de Cristo. Por esta poderosa razón ¡no claudicamos en la Esperanza! La esperanza cristiana reclama un fuerte compromiso personal y social, y nos lleva a ser protagonistas y responsables para que las cosas anden mejor. Cada uno desde su propia realidad y problema debe participar. La frase ¡para qué meterse si esto no va a cambiar! es contraria a la esperanza cristiana”.

Mons. Jorge Lugones (Lomas de Zamora): “Hemos confiado en el Señor para proclamar que deseamos caminar Juntos hacia una Iglesia diocesana: abierta, solidaria y misionera. Con una opción de misión especial hacia los adolescentes y jóvenes que no están en nuestras comunidades. La alegría y el gozo que trae y comparte Jesús Resucitado no es para nosotros solos, es para repartir a un mundo que vive urgido por lo inmediato, por lo material, por el prestigio, o por la indiferencia… no es un mundo hostil, es un mundo en cambio, en el que vivimos cada día, con esperanza, donde tenemos que dar testimonio de la fe. La fe como acto por el cual la salvación que nos trajo Jesús alcanza a los individuos y comunidades transformándolos, y a toda la creación junto con nosotros -como dice el apóstol - en una nueva creación. Una fe que moviliza, una fe que contagia, una fe que por el Amor de Jesucristo enviado del Padre, Resucitado y Glorificado y con la fortaleza del Espíritu Santo, es capaz de abrirse en su dimensión social a todos: porque queremos vivir y compartir la ‘dimensión social de la fe’. Una dimensión que no es exclusiva ni excluyente, hacia todos los que compartimos un mismo mundo humano desde la convivencia pacífica, servicial y esperanzada que nos permite el encuentro, el dialogo, la cercanía, una misión esencialmente ‘vincular’”.

Mons. Carlos Tissera (Quilmes): “¡Cómo desearía una Iglesia pobre para los pobres!” ha dicho el Papa Francisco. Es así que nuestra mirada y nuestro corazón vuelan hacia aquel Francisco de Asís. Hombre de la Pascua y la alegría. Hombre de la cruz y del amor. Hombre de la pobreza y de la entrega total. Hombre del servicio y de la oración. Hombre de la contemplación y de la acción. Hombre de la ternura del Niño del pesebre, y del dolor de las llagas del Señor crucificado. Un hombre que despertó una primavera en la Iglesia de hace ocho siglos. En este Año de la Fe, a cincuenta años del Concilio Vaticano II, junto con el regalo del Papa Francisco, el Señor nos regala su amor siempre fiel, con la serena certeza de que ha resucitado para siempre; nos anima a salir de la tumba del desaliento y la amargura, para resucitar a la alegría de darnos a los demás en el servicio diario; amar y abrazar con amor nuestra propia vida, regalo de Dios, y contemplar que en el centro de mi ser, brilla una gota de sangre divina, la sangre de Cristo Jesús, el Resucitado, el que me da Vida, su propia vida, esperando de mí, esperando de cada uno, una respuesta de amor, y de esa manera parecerme más a Él. En el corazón mismo del Año de Fe, la celebración del misterio Pascual es una invitación a reconstruir la Iglesia, como fue el llamado del Cristo de San Damián hecho a San Francisco”.

Mons. Antonio Marino (Mar del Plata): “La Pascua es la mayor fiesta de los cristianos, es una fiesta de una alegría contagiosa e incontenible. Celebramos el triunfo de Cristo sobre la muerte y sobre el pecado, la muerte ya no tiene más dominio sobre Él, ha sido vencida. Cuando el Hijo de Dios viene a este mundo establece con nosotros una solidaridad profunda, la solidaridad de Dios con los hombres, conoce a fondo nuestra condición humana, desciende hacia el abismo de nuestras preguntas, oscuridades, de nuestros sufrimientos.Y cuando Dios Padre lo resucita por el poder del Espíritu Santo nos asocia a su triunfo, de modo tal que su resurrección es también la resurrección de nuestra esperanza y nuestra vida. Este es mensaje central que tenemos los cristianos, todo lo que tenemos para decir al mundo está resumido aquí: Dios nos ama y nos salva a través de Jesucristo. Y a todos quiero decirles, ¡Feliz Pascua, a llenarse de esperanza, la resurrección de Cristo es también la resurrección de nuestra vida!”

Mons. Carlos Malfa (Chascomús): “El mal, el dolor, las injusticias, la muerte, especialmente cuando toca a los inocentes, en una palabra, el desprecio por la vida y los derechos de la persona humana, ponen a dura prueba nuestra fe y es entonces y allí cuando necesitamos purificar toda concepción falsa de Dios y descubrir su verdadero rostro: el de un Dios que en Cristo ha cargado y sanado las llagas de una humanidad herida. Necesitamos el don de una fe probada por la pasión y muerte de Jesús y confirmada por el encuentro con el Resucitado y que renace en el contacto con las llagas de Cristo que el Resucitado sigue mostrándonos en los pobres, los débiles, los que sufren, ante los cuales debemos inclinarnos para ver, seguir, encontrar, servir y amar a Jesús”.

Mons. Miguel Angel D'annibale (Río Gallegos): “Estas palabras las escuchamos en la Vigilia Pascual, al celebrar la Resurrección del Señor Jesús. Siguen resonando en nuestros corazones, como sucede a lo largo de la historia de toda la humanidad. Pero, entonces, hoy ¿dónde buscamos a Jesús? ¿dónde encontramos a Jesús?. Ya no lo busquemos ‘entre los muertos’, porque no está muerto. ¡Vive!, si, ¡vive! para siempre, y lo podemos encontrar cada día allí donde la Vida sigue triunfando sobre la muerte. Comenzamos a caminar 50 días de alegría, 50 días de esperanza, el Tiempo Pascual, hasta la gran celebración de Pentecostés. Son días para descubrir su presencia en los hermanos y en los paisajes de nuestras queridas provincias de Santa Cruz y Tierra del Fuego. Son días para seguir celebrando la Vida, y reconocerla llena de fortaleza y esperanza en nuestros hermanos más pequeños, en los pobres y enfermos, los preferidos del Señor. Son días para reconocerlo presente y vivo en toda persona abierta al diálogo, que trabaja sin cesar por la justicia y por la paz. ¡Abramos nuestros corazones para ir a su encuentro! Les deseo a todos una muy ¡Feliz Pascua! de Resurrección y les envío de corazón mi bendición”.

Monseñor Rubén Frassia (Avellaneda-Lanús): “El Papa es argentino. ¡Cómo Dios nos ha honrado, distinguido y bendecido! A la vez nos exige una adecuada y ponderada respuesta. La distinción crea responsabilidad… La lógica humana tiene sus límites: la humildad, la verdad y el amor. Estos valores deben acuñar todo nuestro accionar humano y cristiano. No podemos tener otro camino. Así será posible vivir como hijos y como hermanos. Sí, de nuevo, esta realidad es posible. Él nos compró con su vida y nos devolvió la paz. Será posible vivir la paz en la medida que Él esté presente en todos nuestros ámbitos: lo personal, lo familiar, lo eclesial y la incidencia en el comportamiento social. No hay otro camino. Ya se ha definido la historia. Jesucristo es Señor de la vida y Señor de la historia”.

Monseñor Carlos Martini (San Justo): “Dice José Calderón, un periodista guatemalteco amenazado de muerte: desde niño, alguien sopló a mis oídos una verdad inconmovible que es, al mismo tiempo, una invitación a la eternidad: "No teman a los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden quitar la vida" Ni yo ni nadie estamos amenazados de muerte. Estamos amenazados de vida, de esperanza y de amor... Si bien estamos viviendo en un mundo y una cultura de muerte, la última palabra la tiene la vida. La fe en el Resucitado es la fuente de nuestra Vida Nueva. El Padre al resucitar a Jesús nos revela el fin de la muerte en El, en nosotros y en el universo. Llegará un día en que no habrá dolor, ni lágrimas, ni muerte. El Dios de la vida será todo en todo. La muerte ya ha sido vencida. Con mi amor de Padre y Pastor que cree que Cristo resucitó y vive, los invito a encontrarse con Él en esta Pascua y los bendigo tomado de la mano de su Madre, para que cuidados por ella ,todos seamos instrumentos de su presencia que salva y transfigura los corazones, la familia y la sociedad”.

Ricardo Faifer (Goya): “La propuesta evangélica del Papa Francisco nos habla de humildad, sencillez, austeridad, cercanía, sensibilidad con los más pobres y alejados, coherencia… Sepamos escuchar lo que el Espíritu Santo está diciendo a la Iglesia a través de él… ¿No les parece que nos está invitando a ser más fieles en el camino de la santidad?... ¿No les parece que nos está invitando a comprometernos en la renovación de nuestra Patria Argentina, mediante el diálogo, la amistad social, la reconciliación, la fraternidad?...El Papa Francisco, don del Espíritu Santo, nos propone total fidelidad y autenticidad en la respuesta a nuestra vocación cristiana, cada cual según su condición. Viviendo así, respaldaremos su Ministerio y seremos los mejores intérpretes de su mensaje, haciendo amable y creíble su propuesta de renovación eclesial”.

Mons. Oscar Sarlinga (Zárate-Campana): “El Señor Jesús es nuestra Luz. En la misa crismal he tenido la oportunidad de expresar cuánto me conmovió escuchar una gran verdad que, pese a conocerla, no siempre tenemos presente: qué bello es ser perdonados, pese a nuestra 'noche provisional' o bien cuando puede 'ser de noche', ya sea 'fuera y dentro'. Se trata de llegar a lo que él mismo ha dado en llamar nuestra 'periferia existencial', con esa Luz. Cuando inaugurábamos el Año de la Fe, les decía ‘Gracias, hermanos. Perdón, hermanos’. Quisiera que ello se enraizara en nosotros como una actitud profunda y a la vez proactiva, iluminada de lo Alto. Es una actitud sin la cual será difícil que cambiemos por dentro, en esos paradigmas de endurecimiento pudieron infligirnos daño u oscurecernos. Les auguro paz, y el gozar de los dones del Espíritu Santo, renovadamente en esta Pascua. ¡Feliz Pascua de Resurrección!”.

Mons. Luis Collazuol (Concordia): “Al celebrar la Pascua en el Año de la fe, también nosotros confesamos la fe en Jesucristo el Señor, Hijo del Padre y dador del Espíritu Santo. Él es la clave, el centro y el fin de la historia, el gozo del corazón humano y la plenitud total de sus aspiraciones. Deseo a todos y a toda la comunidad diocesana una santa Pascua. Que el Señor Jesús esté en cada corazón, en cada familia, en nuestra sociedad, en la Iglesia, en el mundo, comunicando gracia, esperanza, fuerzas para amar, luz para vivir en la verdad que nos hace libres. En nombre de Jesús el Señor, los saludo con afecto fraterno y los bendigo”.+

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