lunes, 1 de abril de 2013

Carta pastoral de pascua, de nuestro obispo Carlos Baldomero



Obispado de San Justo           CARTA PASTORAL DE PASCUA 2013

Provincia de Buenos Aires – Argentina

                   ¿POR QUÉ BUSCAN ENTRE LOS MUERTOS AL QUE ESTÁ VIVO?

NO ESTÁ AQUÍ, HA RESUCITADO (Lc 24, 1-12)


Queridos hermanos y hermanas:

        1. La Eucaristía es el corazón del Iglesia


Sucedió en una ciudad del norte de África, a finales del siglo III. El emperador Galerio había prohibido toda manifestación de culto y ordenó que fuesen cerrados todos los templos. A partir de entonces los cristianos tenían que reunirse en sus casas para la Misa. La policía imperial había encarcelado a treinta y cuatro mujeres y a diecinueve hombres porque los sorprendió en la casa de uno de ellos celebrando el Sacrificio Eucarístico. Por aquellos días Galerio estaba en Cartago, y el juez remitió los presos al emperador para que él mismo los juzgase.
Comenzaron las acusaciones. Galerio mandó azotarlos a todos.
—¿Por qué nos azotas, emperador? No somos ni ladrones ni asesinos: cumplimos la Ley de Dios.
—No hay más ley que la mía —replicó orgulloso Galerio.
—Sobre sus leyes, , están las Leyes del único Dios verdadero, Creador del Cielo y de la tierra.
Estalló entonces la ira del tirano, y ordenó que al que había hablado lo torturaran, lo encerraran en la cárcel y lo dejaran morir de hambre.
Así fueron confesando su fe todos y Saturio, el sacerdote que había oficiado la celebración,... Todavía lo estaban torturando , cuando otro cristiano se acercó al emperador:
—Yo soy discípulo de Cristo; me llamo Emerico, y es mi casa donde se celebraba la Santa Misa.
—¿Y por qué lo permitiste, sabiendo mi prohibición?
Porque creemos que por encima de la autori­dad del César está la  de Dios. Y además los cristianos, no podemos vivir sin la Misa, sin la Eucaristía.
      ¡Qué bella expresión! Cristiano es aquel que no puede vivir sin la Misa, se da cuenta, que es su centro vital, porque la Eucaristía es precisamente el corazón de la Iglesia y su propio corazón. “La Iglesia hace la Eucaristía”, decían los santos padres , pero más esencialmente “la Eucaristía hace la Iglesia”, es decir, nos hace, nos construye, nos moldea a imagen de Jesús vivo y resucitado. Y así la Eucaristía convierte a la Iglesia, como ya les expresé en el Mensaje de Cuaresma, ella es “el corazón del mundo”, aunque éste no lo sepa ni se de cuenta.

2. El pobre también está en el corazón de la Iglesia

            Según la tradición, cuando se exigió al diácono san Lorenzo entregar los tesoros de la Iglesia, éste trajo a los pobres, enfermos y necesitados a los cuales había ayudado y los presentó: “Estos son los verdaderos tesoros de la Iglesia”.
El Papa Francisco  nos invita  a “custodiar a la gente,  preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón”, a “acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, los más débiles, los más pequeños” (19/3/2013).
           
De acuerdo con esto decimos en Nuestro Plan Pastoral:
Creemos y proclamamos desde nuestra fe que “Jesucristo es el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre” (EAm 67); que por eso “la opción preferencial por los pobres está implícita” y “nace de nuestra fe en Jesucristo, el Dios hecho hombre, que se ha hecho nuestro hermano” y nos ha enriquecido con su pobreza (Cf. DA 392); que “ser discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos, en Él, tengan vida, nos lleva a asumir evangélicamente y desde la perspectiva del Reino, las tareas prioritarias que contribuyen a la dignificación de todo ser humano, y a trabajar junto con los demás ciudadanos e instituciones en bien del ser humano” (DA 384).
Creemos también “que la verdadera promoción humana no puede reducirse a aspectos particulares: ‘Debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre’ (GS 76), desde la vida nueva en Cristo que transforma a la persona de tal manera que ‘la hace sujeto de su propio desarrollo’ (PP 15). Para la Iglesia, el servicio de la caridad, igual que el anuncio de la Palabra y la celebración de los Sacramentos, ‘es expresión irrenunciable de su propia esencia’ (DCE 25)” (DA 399). Unamos el altar con los pobres.

3. Los creyentes tenían “un solo corazón y una sola alma” (Hech. 4,32).
Esta es la identidad de los cristianos: la comunión El gran don de Cristo resucitado es el Espíritu Santo, que nos lleva a anunciar el Evangelio viviendo la unidad. Dijo el Papa Francisco: “Él, el Paráclito, es el protagonista supremo de toda iniciativa y manifestación de fe. Es curioso. A mí me hace pensar esto: el Paráclito crea todas las diferencias en la Iglesia, y parece que fuera un apóstol de Babel. Pero, por otro lado, es quien mantiene la unidad de estas diferencias, no en la ‘igualdad’, sino en la armonía. Recuerdo aquel Padre de la Iglesia que lo definía así: ‘Ipse harmonia est’ [El mismo es armonía]. El Paráclito, que da a cada uno carismas diferentes, nos une en esta comunidad de Iglesia, que adora al Padre y al Hijo y a él, el Espíritu Santo. (Discurso a todos los Cardenales, 15/3/2013) .
Creemos que existe “una profunda vocación a la unidad en el ‘corazón’ de cada hombre, por tener todos el mismo origen y Padre, y por llevar en sí la imagen y semejanza del mismo Dios en su Comunión Trinitaria” . “Participando de esa Comunión, se sanan, afianzan y promueven los vínculos y la comunión entre nosotros”(NMA 45)  y la condición del discípulo brota de Jesucristo como de su fuente, por la fe y el bautismo, y crece en la Iglesia, comunidad donde todos sus miembros adquieren igual dignidad y participan de diversos ministerios y carismas” (DA 523, 184).

¿Podemos vivir todo esto? ¿Podemos vivir el encuentro de Jesús en la Eucaristía como una necesidad vital? ¿Podemos hacer que los pobres y todas las clases de necesitados se sientan en la Iglesia como en su casa? ¿Podemos vivir el impulso evangelizador teniendo un solo corazón y una sola alma? Sí, porque Jesucristo nos adentra  en el misterio de su Resurrección.

4. Yo soy la Resurreción y la Vida. El que cree en mí, aunque muera vivirá: y todo el que cree en mí, no morirá jamás” (Jn 11,25-26).

Dice José Calderón, un periodista guatemalteco amenazado de muerte: desde niño, alguien sopló a mis oídos una verdad inconmovible que es, al mismo tiempo, una invitación a la eternidad: "No teman a los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden quitar la vida" Ni yo ni nadie estamos amenazados de muerte. Estamos amenazados de vida, de esperanza y de amor... .
Si bien estamos viviendo en un mundo y una cultura de muerte, la última palabra la tiene la vida. La fe en el Resucitado  es la fuente de nuestra Vida Nueva. El Padre al resucitar a Jesús nos revela el fin de la muerte en El, en nosotros y en el universo. Llegará un día en que no habrá dolor, ni lágrimas, ni muerte. El Dios de la vida será todo en todo. La muerte ya ha sido vencida .
Con  mi amor de Padre y Pastor que cree  que Cristo resucitó y vive, los invito a encontrarse con Él en esta Pascua y los bendigo  tomado de la mano de su Madre, para que  cuidados por ella ,todos seamos instrumentos de su presencia  que salva y transfigura los corazones,  la familia y la sociedad.



 
¡DIOS ES AMOR!



+Baldomero Carlos Martini
                                                                                                                                    Obispo de San Justo

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