Obispado de San Justo CARTA PASTORAL DE PASCUA 2013
Provincia de Buenos Aires – Argentina
¿POR QUÉ BUSCAN ENTRE LOS MUERTOS AL QUE ESTÁ VIVO?
NO ESTÁ AQUÍ, HA RESUCITADO (Lc 24, 1-12)
Queridos
hermanos y hermanas:
1. La Eucaristía es el corazón del Iglesia
Sucedió en una ciudad del norte de
África, a finales del siglo III. El emperador Galerio había prohibido toda
manifestación de culto y ordenó que fuesen cerrados todos los templos. A partir
de entonces los cristianos tenían que reunirse en sus casas para la Misa. La
policía imperial había encarcelado a treinta y cuatro mujeres y a diecinueve
hombres porque los sorprendió en la casa de uno de ellos celebrando el
Sacrificio Eucarístico. Por aquellos días Galerio estaba en Cartago, y el juez
remitió los presos al emperador para que él mismo los juzgase.
Comenzaron las acusaciones. Galerio
mandó azotarlos a todos.
—¿Por qué nos azotas, emperador? No
somos ni ladrones ni asesinos: cumplimos la Ley de Dios.
—No hay más ley que la mía —replicó
orgulloso Galerio.
—Sobre sus leyes, , están las Leyes del
único Dios verdadero, Creador del Cielo y de la tierra.
Estalló entonces la ira del tirano, y
ordenó que al que había hablado lo torturaran, lo encerraran en la cárcel y lo
dejaran morir de hambre.
Así
fueron confesando su fe todos y Saturio, el sacerdote que había oficiado la
celebración,... Todavía lo estaban torturando , cuando otro cristiano se acercó
al emperador:
—Yo soy discípulo de Cristo; me llamo
Emerico, y es mi casa donde se celebraba la Santa Misa.
—¿Y por qué lo permitiste, sabiendo mi
prohibición?
—Porque
creemos que por encima de la autoridad del César está la de Dios. Y además los cristianos, no podemos
vivir sin la Misa, sin la Eucaristía.
¡Qué bella expresión! Cristiano
es aquel que no puede vivir sin la Misa, se da cuenta, que es su centro
vital, porque la Eucaristía es precisamente el corazón de la Iglesia y su propio
corazón. “La Iglesia hace la Eucaristía”, decían los santos padres , pero más esencialmente “la Eucaristía hace la Iglesia”, es decir, nos hace, nos construye,
nos moldea a imagen de Jesús vivo y resucitado. Y así la Eucaristía convierte a
la Iglesia, como ya les expresé en el Mensaje de Cuaresma, ella es “el corazón
del mundo”, aunque éste no lo sepa ni se de cuenta.
2. El pobre también está en el
corazón de la Iglesia
Según la tradición, cuando se exigió
al diácono san Lorenzo entregar los tesoros de la Iglesia, éste trajo a los
pobres, enfermos y necesitados a los cuales había ayudado y los presentó:
“Estos son los verdaderos tesoros de la Iglesia”.
El Papa
Francisco nos invita a
“custodiar a la gente, preocuparse por
todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos,
quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro
corazón”, a “acoger
con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, los
más débiles, los más pequeños” (19/3/2013).
De acuerdo con
esto decimos en Nuestro Plan Pastoral:
Creemos y proclamamos desde nuestra fe que “Jesucristo es el rostro
humano de Dios y el rostro divino del hombre” (EAm 67); que por
eso “la opción preferencial por los pobres está implícita” y “nace
de nuestra fe en Jesucristo, el Dios hecho hombre, que se ha hecho nuestro
hermano” y nos ha enriquecido con su pobreza (Cf. DA 392); que “ser discípulos
y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos, en Él, tengan vida, nos
lleva a asumir evangélicamente y desde la perspectiva del Reino, las tareas
prioritarias que contribuyen a la dignificación de todo ser humano, y a
trabajar junto con los demás ciudadanos e instituciones en bien del ser humano”
(DA 384).
Creemos también “que la verdadera promoción humana no puede reducirse a
aspectos particulares: ‘Debe ser integral, es decir, promover a todos los
hombres y a todo el hombre’ (GS 76), desde la vida nueva en
Cristo que transforma a la persona de tal manera que ‘la hace sujeto de su
propio desarrollo’ (PP 15). Para la Iglesia, el servicio de la caridad, igual que el anuncio de la
Palabra y la celebración de los Sacramentos, ‘es expresión irrenunciable de su
propia esencia’ (DCE 25)” (DA 399). Unamos el altar con los
pobres.
3. Los creyentes tenían “un solo
corazón y una sola alma” (Hech. 4,32).
Esta es la identidad de los cristianos: la comunión El gran don de Cristo resucitado es el
Espíritu Santo, que nos lleva a anunciar el Evangelio viviendo la unidad. Dijo
el Papa Francisco: “Él, el Paráclito, es el protagonista supremo de toda
iniciativa y manifestación de fe. Es curioso. A mí me hace pensar esto: el
Paráclito crea todas las diferencias en la Iglesia, y parece que fuera un
apóstol de Babel. Pero, por otro lado, es quien mantiene la unidad de estas
diferencias, no en la ‘igualdad’, sino en la armonía. Recuerdo aquel Padre de
la Iglesia que lo definía así: ‘Ipse harmonia est’ [El mismo es
armonía]. El Paráclito, que da a cada uno carismas diferentes, nos une en esta
comunidad de Iglesia, que adora al Padre y al Hijo y a él, el Espíritu Santo.
(Discurso a todos los Cardenales, 15/3/2013) .
Creemos que
existe “una profunda vocación a la unidad en el ‘corazón’ de cada hombre, por
tener todos el mismo origen y Padre, y por llevar en sí la imagen y semejanza del
mismo Dios en su Comunión Trinitaria” . “Participando de esa Comunión, se
sanan, afianzan y promueven los vínculos y la comunión entre nosotros”(NMA 45) y la condición del discípulo brota de Jesucristo
como de su fuente, por la fe y el bautismo, y crece en la Iglesia, comunidad
donde todos sus miembros adquieren igual dignidad y participan de diversos
ministerios y carismas” (DA 523, 184).
¿Podemos
vivir todo esto? ¿Podemos vivir el encuentro de Jesús en la Eucaristía como una
necesidad vital? ¿Podemos hacer que los pobres y todas las clases de
necesitados se sientan en la Iglesia como en su casa? ¿Podemos vivir el impulso
evangelizador teniendo un solo corazón y una sola alma? Sí, porque Jesucristo
nos adentra en el misterio de su
Resurrección.
4. “Yo soy la Resurreción y la Vida. El que cree en mí,
aunque muera vivirá: y todo el que cree en mí, no morirá jamás” (Jn 11,25-26).
Dice José Calderón, un
periodista guatemalteco amenazado de
muerte: desde niño, alguien
sopló a mis oídos una verdad inconmovible que es, al mismo tiempo, una invitación
a la eternidad: "No teman a los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden
quitar la vida" Ni yo ni nadie estamos amenazados de muerte. Estamos
amenazados de vida, de esperanza y de amor... .
Si bien estamos viviendo en un
mundo y una cultura de muerte, la última palabra la tiene la vida. La fe en el
Resucitado es la fuente de nuestra Vida
Nueva. El Padre al resucitar a Jesús nos revela el fin de la muerte en El, en
nosotros y en el universo. Llegará un día en que no habrá dolor, ni lágrimas,
ni muerte. El Dios de la vida será todo en todo. La muerte ya ha sido vencida .
Con mi amor de Padre y Pastor que cree que Cristo resucitó y vive, los invito a encontrarse con Él en
esta Pascua y los bendigo tomado de la
mano de su Madre, para que cuidados por
ella ,todos seamos instrumentos de su presencia que salva y transfigura los corazones, la familia y la sociedad.
¡DIOS ES AMOR!
+Baldomero Carlos Martini
Obispo de San Justo
No hay comentarios:
Publicar un comentario