jueves, 2 de mayo de 2013

El Papa confirmó a 44 jóvenes, entre ellos a dos argentinos

 Ciudad del Vaticano (AICA): Dos jóvenes de la arquidiócesis de Buenos Aires, -Julieta, de la parroquia Santa Ana y Gianfranco de la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé de la Villa 21 de Barracas-, recibieron el domingo 28 de abril junto con otras 42 personas de distintas diócesis del mundo, el sacramento de la Confirmación de manos del santo padre Francisco. En el marco del Año de la Fe, el Papa reflexionó en su homilía de la misa celebrada a las diez de la mañana en la Plaza de San Pedro, ante 70 mil personas, sobre tres puntos: la novedad de Dios, las tribulaciones en la vida y la firmeza en el Señor.


Dos jóvenes de la arquidiócesis de Buenos Aires, -Julieta de la parroquia Santa Ana y Gianfranco, de la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé de la Villa 21 de Barracas-, recibieron, el domingo 28 de abril, junto con otras 42 personas de distintas diócesis del mundo, el sacramento de la Confirmación de manos del santo padre Francisco.

En representación de la Iglesia en los cinco continentes, los confirmandos, además de los dos argentinos, fueron: tres de Colombia, dos de España, y uno Congo, Brasil, Líbano, Nigeria, Cabo Verde, Italia, Madagascar, Alemania, Francia, India, Portugal, Estados Unidos, Rumania, Filipinas, Irlanda, China, Sri Lanka y Bielorrusia. El menor tenía 11 años y la mayor 55.

En el marco del Año de la Fe, el Papa reflexionó en su homilía de la misa celebrada a las diez de la mañana en la Plaza de San Pedro, ante 70 mil personas, sobre tres puntos: la novedad de Dios, las tribulaciones en la vida y la firmeza en el Señor.

De las novedades mundanas, que son todas provisionales, el Papa dijo que pasan y siempre se busca algo más. Mientras la novedad que Dios ofrece a nuestra vida es definitiva, y no sólo en el futuro, cuando estaremos con Él, sino también ahora, porque Dios está haciendo todo nuevo, el Espíritu Santo nos transforma verdaderamente y quiere transformar, contando con nosotros, el mundo en que vivimos.

Por esta razón el Papa pidió que le abramos la puerta a Dios, que dejemos que Él nos guíe y que su acción continua nos haga hombres y mujeres nuevos, animados por su amor, que el Espíritu Santo nos concede.

En su segundo pensamiento el Santo Padre recordó que el camino de la Iglesia, y también nuestro camino cristiano personal, no son siempre fáciles, puesto que encontramos dificultades. Y dijo que a pesar de que seguir al Señor es un camino que encuentra muchos obstáculos, fuera de nosotros, en el mundo en el que vivimos que frecuentemente no nos comprende, y también dentro de nosotros, estas tribulaciones forman parte del camino para llegar a la gloria de Dios, como para Jesús, que ha sido glorificado en la Cruz.

En el último punto de su homilía Francisco invitó a quienes estaban a punto de recibir la Confirmación, y a todos, a permanecer estables en el camino de la fe con una firme esperanza en el Señor. Puesto que aquí está el secreto de nuestro camino. Él nos da el valor para caminar contra corriente.

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