Luego
de mucho esperar bajo la lluvia y el frío que asombraron hasta a los
cariocas, los jóvenes argentinos consiguieron ver de cerca y escuchar el
mensaje que el papa Francisco tenía para ellos, en un encuentro
reservado, de apenas 25 minutos, con un tono informal y lleno de
emociones y señales para los más de 5.000 peregrinos venidos de todo el
país. Afuera, sin perder el espíritu, otros 18.000 completaban el
panorama en la catedral de San Sebastián, adonde el Santo Padre ingresó
cerca de las 12.30.
Francisco pasó por la entrada principal del templo mayor de Río de Janeiro, a pie, con una sonrisa en sus labios y bañado en aplausos, gritos y banderas argentinas flameantes en todos los puntos de este edificio de proporciones colosales, con una inmensa cruz colgando del techo y coronando el altar, que para la ocasión lucía el escudo pontificio. Monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, salió para recibir al obispo de Roma. Luego, dirigió unas palabras de bienvenida.
Bañado en aplausos y cortes constantes por los saludos que llovían desde los asientos, el Santo Padre tomó la palabra y agradeció los gestos de los jóvenes. Habló apenas ocho minutos, sin papeles, con el ímpetu firme y la vista clavada en los jóvenes. A su costado, sobre el altar mayor, miraban atentos monseñor Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires y sucesor del cardenal en la sede primada de la Argentina; monseñor Orani Joao Tempesta, arzobispo de Río de Janeiro, y el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de estado del Vaticano.
Francisco pasó por la entrada principal del templo mayor de Río de Janeiro, a pie, con una sonrisa en sus labios y bañado en aplausos, gritos y banderas argentinas flameantes en todos los puntos de este edificio de proporciones colosales, con una inmensa cruz colgando del techo y coronando el altar, que para la ocasión lucía el escudo pontificio. Monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, salió para recibir al obispo de Roma. Luego, dirigió unas palabras de bienvenida.
Bañado en aplausos y cortes constantes por los saludos que llovían desde los asientos, el Santo Padre tomó la palabra y agradeció los gestos de los jóvenes. Habló apenas ocho minutos, sin papeles, con el ímpetu firme y la vista clavada en los jóvenes. A su costado, sobre el altar mayor, miraban atentos monseñor Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires y sucesor del cardenal en la sede primada de la Argentina; monseñor Orani Joao Tempesta, arzobispo de Río de Janeiro, y el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de estado del Vaticano.
Discurso del santo padre Francisco a los jóvenes
Gracias..
Gracias.. por estar hoy aquí, por haber venido… Gracias a los que están
adentro y muchas gracias a los que están afuera. A los 30 mil, que me
dicen que hay afuera. Desde acá los saludo; están bajo la lluvia...
Gracias por el gesto de acercarse... Gracias por haber venido a la
Jornada de la Juventud. Yo le sugerí al doctor Gasbarri, que es el que
maneja, el que organiza el viaje, si hubiera un lugarcito para
encontrarme con ustedes, y en medio día tenía arreglado todo. Así que
también le quiero agradecer públicamente al doctor Gasbarri esto que ha
logrado hoy. 
Quisiera decir una cosa: ¿qué es lo que espero como consecuencia de la Jornada de la Juventud? Espero lío. Que acá adentro va a haber lío, va a haber. Que acá en Río va a haber lío, va a haber. Pero quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera… Quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos.
Las parroquias, los colegios, las instituciones son para salir; si no salen se convierten en una ONG, y la Iglesia no puede ser una ONG. Que me perdonen los Obispos y los curas, si algunos después le arman lío a ustedes, pero.. Es el consejo. Y gracias por lo que puedan hacer.
Miren, yo pienso que, en este momento, esta civilización mundial se pasó de rosca, se pasó de rosca, porque es tal el culto que ha hecho al dios dinero, que estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de los dos polos de la vida que son las promesas de los pueblos. Exclusión de los ancianos, por supuesto, porque uno podría pensar que podría haber una especie de eutanasia escondida; es decir, no se cuida a los ancianos; pero también está la eutanasia cultural: no se les deja hablar, no se les deja actuar. Y exclusión de los jóvenes. El porcentaje que hay de jóvenes sin trabajo, sin empleo, es muy alto, y es una generación que no tiene la experiencia de la dignidad ganada por el trabajo.
O sea, esta civilización nos ha llevado a excluir las dos puntas, que son el futuro nuestro. Entonces, los jóvenes: tienen que salir, tienen que hacerse valer; los jóvenes tienen que salir a luchar por los valores, a luchar por esos valores; y los viejos abran la boca, los ancianos abran la boca y enséñennos; transmítannos la sabiduría de los pueblos.
En el pueblo argentino, yo se los pido de corazón a los ancianos: no claudiquen de ser la reserva cultural de nuestro pueblo que trasmite la justicia, que trasmite la historia, que trasmite los valores, que trasmite la memoria del pueblo. Y ustedes, por favor, no se metan contra los viejos; déjenlos hablar, escúchenlos, y lleven adelante. Pero sepan, sepan que, en este momento, ustedes, los jóvenes, y los ancianos, están condenados al mismo destino: exclusión; no se dejen excluir. ¿Está claro? Por eso, creo que tienen que trabajar.
Y la fe en Jesucristo no es broma, es algo muy serio. Es un escándalo que Dios haya venido a hacerse uno de nosotros; es un escándalo, y que haya muerto en la Cruz, es un escándalo: El escándalo de la Cruz. La Cruz sigue siendo escándalo, pero es el único camino seguro: el de la Cruz, el de Jesús, la encarnación de Jesús. Por favor, no licuen la fe en Jesucristo. Hay licuado de naranja, hay licuado de manzana, hay licuado de banana, pero, por favor, no tomen licuado de fe. La fe es entera, no se licua. Es la fe en Jesús. Es la fe en el Hijo de Dios hecho hombre, que me amó y murió por mí.
Entonces: Hagan lío; cuiden los extremos del pueblo, que son los ancianos y los jóvenes; no se dejen excluir, y que no excluyan a los ancianos. Segundo: no licuen la fe en Jesucristo. Las bienaventuranzas. ¿Qué tenemos que hacer, Padre? Mira, lee las bienaventuranzas que te van a venir bien. Y si querés saber qué cosa práctica tenés que hacer, lee Mateo 25, que es el protocolo con el cual nos van a juzgar.
Con esas dos cosas tienen el programa de acción: Las bienaventuranzas y Mateo 25. No necesitan leer otra cosa. Se lo pido de corazón. Bueno, les agradezco ya esta cercanía. Me da pena que estén enjaulados. Pero, les digo una cosa: Yo, por momentos, siento: ¡Qué feo que es estar enjaulados! Se lo confieso de corazón… Pero, veremos… Los comprendo. Y me hubiera gustado estar más cerca de ustedes, pero comprendo que, por razón de orden, no se puede. Gracias por acercarse; gracias por rezar por mí; se lo pido de corazón, necesito, necesito de la oración de ustedes, necesito mucho. Gracias por eso…
Y, bueno, les voy a dar la Bendición y después vamos a bendecir la imagen de la Virgen, que va a recorrer toda la República… y la cruz de San Francisco, que van a recorrer ‘misionariamente’. Pero no se olviden: Hagan lío; cuiden los dos extremos de la vida, los dos extremos de la historia de los pueblos, que son los ancianos y los jóvenes, y no licuen la fe.
Palabras de bienvenida de monseñor José María Arancedo
“Querido
papa Francisco, este cálido gesto nos permite encontrarnos en el marco
de la Jornada Mundial de la Juventud. Queremos manifestarle nuestro
afecto y renovar nuestra obediencia a Pedro, obispo de Roma, que preside
la Iglesia Universal junto con los obispos. Queremos agradecer también
sus palabras, sus gestos, su cercanía y su presencia. La justicia, la
solidaridad, el amor, la gracia y la paz. El evangelio sigue siendo la
novedad y la esperanza de un mundo que ha vivido con dolor muchos
acontecimientos”, expresó al comienzo.
“Querido Francisco –añadió-, estos jóvenes han pasado toda la noche afuera. Esta juventud ardía por escuchar tus palabras y recibir tu bendición para nosotros y para el mundo entero. Sos el Papa que tanto amamos y queremos. Queremos escuchar y recibir tu bendición, comprometiendo nuestra oración y nuestro corazón para que la gracia te sostenga en lo que el Señor te ha pedido: el servicio a la Iglesia”.
“Querido Francisco –añadió-, estos jóvenes han pasado toda la noche afuera. Esta juventud ardía por escuchar tus palabras y recibir tu bendición para nosotros y para el mundo entero. Sos el Papa que tanto amamos y queremos. Queremos escuchar y recibir tu bendición, comprometiendo nuestra oración y nuestro corazón para que la gracia te sostenga en lo que el Señor te ha pedido: el servicio a la Iglesia”.
El color de la jornada
Antes de la llegada,
el coro de la Pastoral de Juventud animó con canciones como "Jesús te
seguiré", "No tenemos miedos", y "Ven con nosotros a caminar, Santa
María". Cada tanto, se escuchaba un "¡Viva el Papa!", o el cantito
gestado en Madrid 2011: "¡Esta es la juventud del Papa!".
Mientras la policía militar aseguraba la zona y permitía escalonadamente el ingreso, los obispos argentinos paseaban entre el vallado, dialogaban con los periodistas y animaban a los jóvenes que lograron las primeras ubicaciones. Como en todas las ocasiones en esta JMJ, Francisco salió en monovolúmen marca Fiat, su nuevo “papamóvil”, con la ventanilla baja. Decenas de jóvenes que ya se desconcentraban tuvieron la oportunidad de saludarlo, estrecharle la mano y hasta dejarle una carta.+
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